Lord Acton, católico devoto, afirmaba en una carta de 1887 al obispo Creighton que “no puedo aceptar su doctrina de que no debemos juzgar al papa o al rey como al resto de los hombres, con la presunción favorable de que no hicieron ningún mal. Si hay alguna presunción es contra los ostentadores del poder, incrementándose a medida que lo hace el poder […] todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
No es el único con poderosas prevenciones sobre el poder y quienes lo ejercen. Thomas Jefferson decía que “cada vez que un hombre mira con codicia un cargo una podredumbre se inicia en su conducta”. Kant sostuvo que “la posesión del poder daña inevitablemente el libre juicio de la razón”. Dicen que fue Napoleón, estudioso de Maquiavelo, quien comentando El Príncipe acuñó la famosa afirmación de que “el fin justifica los medios”. Carl Schmitt entendía el poder en términos de conflicto y sostuvo que el político siempre quiere la victoria y por eso busca la dictadura.
Marx dijo que “la violencia es la partera de toda sociedad vieja”. Lenin dio un paso adicional en la exaltación de la violencia como instrumento político y Stalin y Mao se encargaron de sofisticarla como instrumento de represión. La glorificación marxista de la violencia, de la revolución. Como resultado, el comunismo ha dejado más de un centenar de millones de muertos alrededor del mundo.
La democracia, desde esta perspectiva, no es cosa distinta que un mecanismo de control sobre quienes ejercen el poder. El parlamento como instrumento para asegurar la representación de la heterogeneidad social e ideológica; los derechos humanos como límite de la acción estatal; el fraccionamiento del poder en distintas ramas, autónomas e independientes, y el sistema interno de pesos y contrapesos; el imperio de la ley y la obligación de sujeción de quienes detentan poder a lo que la norma determina; la inversión del ámbito de libertad de los funcionarios públicos, que solo pueden hacer aquello que les está permitido; son todos mecanismos para frenar la tentación autoritaria y salvaguardar al ciudadano de las perversiones y la violencia de quienes detentan el poder.
Petro, en quien late un tiranito, en las últimas semanas ha amenazando al Congreso y a las Cortes, ha confundido al pueblo con el presidente, y ha invitado a la “revolución” que, puesto que él ejerce el gobierno, no puede entenderse sino como un instrumento para aferrarse al mismo.
Hasta ahora, solo palabras y un uso prevaricador de los recursos públicos para aceitar sus huestes. Pero no puede olvidarse que está formado en el marxismo leninismo y que en el pasado acudió a la violencia para alcanzar el poder y justificó el crimen y el asesinato de sus “enemigos”. Mal haríamos en subestimarlo o presumir que no son sino discursos y hechos de campaña que, en todo caso, tiene prohibido. Los demócratas estamos obligados a estar alertas y a prepararnos tanto para la eventualidad de que intente un autogolpe como para derrotarlo en las urnas. La unidad es vital. La gran alianza republicana.
@RafaNietoLoaiza