Ahora sí empezó el año lectivo en Barranquilla, tanto para los padres como para los hijos, léase alumnos; por eso, hay que dejar atrás todos los placeres de la carne que vienen desde el 8 de diciembre hasta el entierro de Joselito, y que se manifiestan en una notoria pereza de los padres para ocuparse de lo académico y una aprovechada del hijo en navidad, año nuevo y carnaval, para estudiar lo menos posible. Eso es una verdad cultural en esta ciudad, un ciclo natural, por eso no pretendo cambiarlo.
Quiero incomodarlos con algo que es grave: del 100% de menores que atiendo en consulta, un 80% aproximadamente tienen serios problemas con la lectura, la comprensión lectora, o ambas, en un rango que va de los 5 años de edad hasta la adolescencia, donde todo neurotípico debe saber leer y comprender lo correspondiente a su edad.
Es doloroso explorar sus pensamientos y encontrar ese vacío que asusta por lo vulnerables que resultan para asimilar cualquier disparate que aprendan en la calle o con la tecnología. Ese vacío tiene una sola explicación: carencia de lectura.
Uno aprende y gana un examen en 4 pasos. El primero es la percepción, visual, auditiva, sensorial. El segundo es la comprensión, leí el texto y comprendí. Aquí ocurre un fenómeno particular. El menor dice “ya estudié”, el padre le toma la lección y comprueba que sabe a qué se refiere lo leído. Pero no ha estudiado, sólo leyó, o le leyeron, y comprendió; la demostración es que en la noche le preguntan sobre lo que estudió y, a duras penas, lo recuerda; al día siguiente ocurre lo inexplicable: no le fue bien en la evaluación.
Estudiar es repetir, repetir, repetir, repetir, repetir lo leído hasta grabarlo en la mente, es el tercer paso y el más importante para lograr el cuarto, que es aprender y ganar el examen al día siguiente.
Para mí, el espíritu es aquello intangible producto de la unión de todas las inteligencias del ser humano puestas a su servicio para el disfrute de la vida. Puedo afirmar con toda certeza que estos chicos y chicas no están disfrutando la vida en su verdadera dimensión porque desconocen aquello que realmente enriquece ese espíritu, el tesoro que hay en la lectura.
Me estoy refiriendo a algo más complejo que al acto de leer y comprender para ganar un examen, es una lectura recomendada y necesaria para afrontar un mundo bien duro que les espera a nuestros menores en un futuro que es hoy y para el que sólo sirve el pensamiento crítico, el cual se adquiere con la lectura. Es la razón por la cual los padres deben elevar su espíritu para distinguir al que estudió a cabalidad o hacer repetir al que no.