El anuncio del presidente Gustavo Petro de decretar la conmoción interior debido a la crisis en el Catatumbo ha generado una oleada de preguntas y críticas. Aunque esta medida busca atender una situación excepcional, refleja que esta región ya estaba fuera de control incluso en medio de las negociaciones de paz con el ELN y la presencia de las disidencias de las FARC, agrava la situación. Para complicar las cosas, el decreto plantea interrogantes sobre la efectividad de las acciones gubernamentales y el impacto real de la estrategia de diálogo en territorios como este.
El panorama en el Catatumbo es alarmante. Esta región, históricamente olvidada por el Estado, enfrenta una violencia extrema. Los ataques del ELN y las disidencias de las FARC han desplazado a más de 32.000 personas, obligándolas a abandonar sus hogares y comunidades. Este nivel de crisis deja en evidencia que los acuerdos de paz no han logrado neutralizar las dinámicas de violencia en zonas donde el Estado sigue siendo prácticamente inexistente. Es imposible no preguntarse: ¿Por qué se esperó hasta este punto para decretar la conmoción interior? ¿Qué garantiza que esta medida realmente cambie la situación en el terreno?
El Catatumbo lleva décadas siendo un territorio atrapado entre la ilegalidad, el abandono estatal y la guerra. La ausencia de instituciones sólidas y la presencia de economías ilegales han convertido esta región en una bomba de tiempo. Hoy, la bomba ha estallado, dejando claro que no basta con negociar la paz si no hay un plan robusto para transformar estos territorios. Las comunidades necesitan más que promesas.
Decretar conmoción interior no es un asunto menor. Esta figura implica restricciones de derechos y una mayor concentración de poderes en el Ejecutivo.
La comunidad internacional y las organizaciones de derechos humanos deben seguir de cerca lo que ocurre en el Catatumbo. Resolver esta crisis no puede limitarse a medidas temporales ni a declaraciones de emergencia. Es el momento de implementar un plan integral que incluya seguridad, desarrollo social y el fortalecimiento de las instituciones.
En ese sentido, la declaratoria de conmoción interior pone de manifiesto la gravedad de la situación en el Catatumbo y la incapacidad del Estado para garantizar una paz duradera en la región. Las negociaciones de paz son fundamentales, pero deben ir de la mano de acciones contundentes y efectivas en el territorio. De lo contrario, esta medida corre el riesgo de ser un pañito de agua tibia que no ataque las causas profundas del conflicto.
@CancinoAbog