Las habilidades actorales de Jesse Eisenberg son ampliamente reconocidas, pero en esta ocasión nos sorprende como escritor y director con Un Dolor Real, una comedia con matices dramáticos e históricos, inspirada en un viaje personal que realizó con su primo.

La trama sigue a David (Eisenberg) y Benji Kaplan (Kieran Culkin), dos primos cuyas personalidades son diametralmente opuestas y que han estado distanciados hace un tiempo. David es un joven tranquilo y algo introvertido, con una familia y un trabajo estable. En contraste, Benji tiene una naturaleza más agitada y compleja, cuyo trasfondo se va desvelando a lo largo de la película. Juntos emprenden un viaje a Polonia tras la muerte de su abuela, sobreviviente del Holocausto, con el propósito de explorar sus raíces familiares. Desde el momento en que se dirigen al aeropuerto, se hace evidente la magnitud de sus diferencias.

Ambos primos desean conocer la casa en la que vivió su abuela, por lo que contratan a un guía turístico, James (Will Sharpe), un británico que los acompaña junto con otros cinco turistas. El grupo recorre paisajes campestres en Polonia y la ciudad de Varsovia, haciendo una parada en el campo de concentración de Majdanek, cerca de Lublin, donde alrededor de 1.7 millones de judíos perecieron durante la ocupación nazi.

Lejos de seguir la estructura típica del cine sobre el Holocausto, la película se aleja de detalles desgarradores, de la redención o planes esperanzadores. Aquí, el dolor del pasado es tan profundo que se ha fusionado con la identidad de los personajes, como si fuera algo inherente a su ser. Es una carga que se experimenta en lo cotidiano, desde el primer sorbo de leche o en cada cucharada de sopa.

Desde el inicio, la película invita a una reflexión sobre la vida, mostrando cómo, a pesar de compartir un pasado común con un gran vínculo emocional, las actitudes en el presente son totalmente diferentes para los dos primos. Cada uno responde a su manera a los ecos de la historia que aparecen en el camino, haciéndonos reflexionar sobre las diversas formas de lidiar con el sufrimiento.

Un Dolor Real es, en esencia, una película profundamente humana que explora la amistad, los efectos del pasado y la manera en que cada persona maneja sus conflictos internos. Cabe resaltar la actuación sobresaliente de Kieran Culkin, que le ha valido varios premios y nominaciones, la música de Frédéric Chopin y la fotografía de Michał Dymek, que contribuyen a lograr una atmósfera única.