Por tradición familiar, por estudios y por un permanente análisis que hacemos sobre el movimiento y inmobiliario del país en particular de Barranquilla, podemos hoy día determinar junto con otras entidades y expertos de mucho mayor apreciación que el suscrito, que este sector de la economía atraviesa una profunda crisis que se evidencia en los bajos niveles económicos, obtenidos con mucho esfuerzo, con el receso en las nuevas urbanizaciones para la venta, en una construcción bastante deprimida y lánguida. Por otra parte, la compraventa de bienes inmuebles ha descendido visiblemente y es fácil apreciar en todos los barrios de nuestra ciudad, para no salirnos de lo local, cuadras y cuadras enteras donde en cada una por lo menos el 10% de las propiedades de conjunto o solitarias tienen los letreros de “se vende” o de “se arrienda”

Barranquilla no ha sido ajena a este fenómeno. Tenemos en la ciudad una gran gama afortunadamente de magnífica de firmas de negocios inmobiliarios que dirigen familias de las más altas cualidades, verdaderos expertos, quienes en forma brillante no solamente ofrecen alta calidad en las ventas y compras, sino que le brindan al ofertante que vende o busca comprar un servicio al cual pueden acogerse con mucha confianza. Pero la crisis existe y golpea mucho el bolsillo de la oferta y la demanda.

A todo este panorama influye poderosamente las altas tasas de interés cobradas para tal efecto por los bancos, apenas revisables en los últimos meses y poco a poco ajustándose a la realidad bancaria que hoy por hoy en el país es desfavorable al ciudadano común y corriente. Esta cadena se desprende de las altas tasas impuestas por el Banco de la República, con razón, a raíz de la delicada situación económica que ha vivido el país y que atraviesa en especial desde que el actual gobierno nacional asumió el manejo de la economía de Colombia.

No nos atrevemos a pronosticar un futuro mejor a corto plazo para este renglón de la economía nacional, lamentablemente. Y decimos lamentablemente porque la construcción, el bien inmobiliario, el deseo de la vivienda propia, entre otros motivos, forman parte de la economía individual de miles de personas y familias. Los programas con subsidios en vivienda de interés social son atrayentes aparentemente, pero traducidos al desembolso mensual de cuotas entran en crisis. Y cuando no hay subsidio para el 90% de la población colombiana según estadísticas, el bolsillo no alcanza para adquirir la vivienda propia. Y los que ya se encuentran en escrituras por propiedad es necesario venderlas para atender el costo de la vida. Ese es el panorama tristemente descrito de rapidez.