El hombre que, estragado por la inanición y la tuberculosis, recibió hace cien años una piadosa inyección letal de morfina en un sanatorio a orillas del Danubio, se llamaba Franz Kafka Löwy y no llegó a cumplir 41 años. En este 2024 que ya entra en su recta final, año de grandes aniversarios para las letras universales, el centenario de esa triste muerte sigue incomodando a quienes no quieren ya saber nada de los clásicos. Porque en eso se convirtió aquel escritor, cuya obra se publicó en contra de su voluntad, aquel que nunca asistió a un conversatorio ni a una feria del libro.

Con todo, «Kafka es el gran escritor clásico de nuestro atormentado y extraño siglo», como escribió uno de sus más memorables discípulos. Nuccio Ordine señala con acierto en su obra Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal que «en las páginas de los clásicos, aun a siglos de distancia, todavía es posible sentir el latido de la vida en sus formas más diversas». Latido imprescindible que nos legó Kafka para tratar de entendernos y entender el mundo que nos rodea.

Gabriel García Márquez, otro de sus discípulos aventajados, escribió alguna vez sobre el autor de La transformación: «definió un camino nuevo para mi vida desde la primera línea…Al terminar su lectura me quedaron las ansias irresistibles de vivir en aquel paraíso ajeno». Jorge Luis Borges, maestro de los escritores latinoamericanos, reconoció en su momento: «Yo he escrito también algunos cuentos en los cuales traté ambiciosa e inútilmente de ser Kafka».

Ese mismo discípulo, que escribió Kafka y sus precursores, incluyó en su biblioteca personal un libro del maestro checo. En la portada oscura del volumen se lee en letras doradas: «Franz Kafka, América, relatos breves, prólogo de Jorge Luis Borges». No deja de resultar curioso —no quiero escribir kafkiano—, pero esa obra, cuidadosamente escogida por uno de los más extraordinarios lectores de todos los tiempos. Aquel que escribió «que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído», ha desaparecido de la caja de Obras completas de Kafka, publicada en 2018 por la multinacional Penguin Random House.

En efecto, al lado de El proceso, Diarios, El silencio de las sirenas, La transformación, Carta al padre, Aforismos, Ante la ley y El castillo se encuentra una última obra titulada El desaparecido. En la contraportada se lee que esta nueva obra es la primera y menos conocida de las tres inacabadas novelas de Kafka. Fue publicada póstumamente por Max Brod bajo el título de América. Es decir, Borges conservó el mismo título, pero al considerar las novelas un «desvarío laborioso y empobrecedor», publicó el libro como un volumen de relatos breves. Como quien dice, América es un libro de cuentos, y El desaparecido, una novela. Una metamorfosis, tal cual…