El martes la historia del país se partirá en dos. El motivo: la posesión del doctor Iván Duque como presidente de Colombia. Pero no la tiene fácil el nuevo mandatario. Recibe un país descuadernado y patas arriba. Los ocho años de gobierno de Santos fueron pavorosos para la Nación.
Duque recibe una economía quebrada. Por ahí alguien dijo que Duque recibirá la olla raspada. Eso es falso porque ni siquiera le entregarán la olla. La olla también se la llevaron entre Santos y sus amigotes. Ah, eso sí: Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda, da a entender que economía más boyante que la colombiana no se consigue en ninguna parte de América Latina. Puede ser cierto, si nos comparamos con Nicaragua, El Salvador u Honduras.
Duque, igualmente, recibirá un país arrodillado a las guerrillas. A Santos le dio por entregarle el país a las Farc y lo poquito que queda es para el Eln. Nuestro nuevo gobernante deberá apretarle las tuercas a la negociación adelantada en La Habana. Así por encima: nos robaron un plebiscito en el que los colombianos dijimos que no estábamos de acuerdo con los puntos acordados entre las partes. Pero Santos, mañoso y falso como siempre, se robó esa votación y a las malas nos impuso un supuesto “proceso de paz”. No es que haya que hacer trizas las negociaciones. Por mi parte prefiero un poco de impunidad a tener que ver a ‘Timochenko’ y a sus secuaces matando policías y soldados, y violando niñas en el monte.
Duque, así mismo, recibirá un país más polarizado que nunca. A Santos se le metió en la cabeza que Colombia, por mitad, era uribista y antiuribista. Craso error, presidente saliente.
Colombia, a lo mejor, no es ni lo uno ni lo otro. Colombia es un país de gente trabajadora que a diario madruga a ganarse la comida y la vida. Y en eso el expresidente Uribe poco o nada tiene que ver.
Duque recibe, sin proponérselo, una Colombia bañada en coca. Como a Santos le dio por acabar con las aspersiones aéreas con glifosato, el país se inundó de matas de coca. De la coca de las Farc. Esa banda terrorista es tal vez el principal cartel de la droga en el mundo. El único que no se ha dejado notificar de esa cruda realidad es Santos. Para él es preferible que el tal ‘Santrich’ se burle de las autoridades colombianas e intente introducir a Estados Unidos 10 toneladas de cocaína. Pero claro, Santos se muere del susto que las Farc vuelvan a las armas (que ya lo están) y quede en entredicho su Premio Nobel de Paz.
Doctor Iván Duque: casi 50 millones de colombianos estamos pendientes de su señoría. Con usted, Colombia irá hacia arriba. De nuevo, como antes del 7 de agosto de 2010, queremos vivir en un país decente. En un país en el que uno pueda decir que ser pillo no paga. En un país en el que las guerrillas no manden. En un país al que vuelvan las buenas costumbres. En un país que no tenga que escuchar las desgarradoras historias de las niñas de la Corporación Rosa Blanca. En fin, en un país sin esos tipos como Iván Márquez o el tal ‘Paisa’ a los que todo el mundo les tiene miedo. Por mi parte, yo no les tengo miedo. A mí pueden amenazarme, como lo hicieron en estos días, pero no me les corro a los criminales.
@cancinoabog