Se acabó el proceso de empalme y de conformación del gabinete ministerial que acompañará al presidente Duque. Ahora, a sentar las bases financieras y legales del programa de gobierno que ejecutará en los próximos cuatro años, para poner la casa en orden y enderezar el rumbo del país que recibe.

Para que no le pase igual que al alcalde Peñalosa en Bogotá y al presidente Macri en Argentina, el presidente Duque debería presentarle a los colombianos –antes de tomar posesión– “el estado de las cosas”. Es decir, un informe de cómo recibe el país, porque después del 7 de agosto los graves problemas que deje el expresidente Santos sin resolver serán de ahí en delante de él. Este procedimiento no debe interpretarse como un acto de revanchismo político con espejo retrovisor; al contrario, es un ejercicio necesario en todo cambio de administración para que los 49 millones de accionistas de esta empresa que se llama Colombia, conozcamos la realidad del Estado.

Es necesario, por ejemplo, que los colombianos sepamos ¿cuáles fueron realmente los compromisos adquiridos del gobierno Santos con las Farc en el proceso de paz? ¿Cuánto dinero público realmente se gastó en ese proceso?, ¿cuántos recursos dejó comprometidos en vigencias futuras para el posconflicto y cómo se están ejecutando esos dineros?

De igual manera, es procedente mostrarles a los colombianos cuál es el verdadero estado de los grandes proyectos de infraestructura vial, portuaria, aeroportuaria, férrea y fluvial. Contarle al país cuál es el porcentaje de ejecución de la ruta del sol, del túnel de la línea y la navegabilidad del río Magdalena, para citar unos cuantos ejemplos. Y si esos proyectos van a ser entregados totalmente financiados.

Que interesante sería saber en cuánto creció la nómina en burocracia en estos últimos cuatro años y cuánto nos cuesta a los colombianos mantener el exagerado gasto en funcionamiento del aparato administrativo estatal. Así mismo, conocer el informe del valor de las contingencias (demandas y procesos administrativos contra el Estado) por las desacertadas y torcidas decisiones de los altos directivos de las entidades públicas.

Los colombianos tenemos todo el derecho constitucional de saber la verdad sobre el costo fiscal de los escándalos de corrupción en las diferentes entidades y programas de inversión del gobierno Santos (Fonade, Reficar, Electricaribe, PAE, carteles de la salud, Odebrecht, etc.,) y el estado de las actuaciones judiciales, disciplinarias y fiscales contra quienes cometieron esos actos ilícitos.

Por último, es importante que el presidente Duque les cuente a los colombianos cómo recibe los indicadores de inflación, déficit fiscal, deuda externa, PIB, devaluación, balanza comercial, desempleo, pobreza y el derroche en el gasto público.

El “estado de las cosas” es un procedimiento sano que además de permitirnos conocer los indicadores de gestión del gobierno saliente, nos indica cómo será el punto de partida del gobierno entrante.

En el tintero: una reflexión de Steve Jobs, a propósito de las críticas al presidente Duque por su gabinete ministerial. “Si usted quiere que todos estén contentos, no sea un líder, venda helados”.

*Consultor en financiamiento agropecuario