Esta semana el sistema integrado de transporte masivo de la ciudad, Transmetro, cumple ocho años de estar al servicio de los barranquilleros. No han sido pocas las ocasiones en las que en este espacio le he dedicado algunas líneas a las problemáticas asociadas al transporte público, siempre resaltando la importancia que la movilidad debe tener como estructurador fundamental de la trama urbana. Sin embargo, en Barranquilla todavía estamos muy lejos de ofrecer medios de transporte públicos con dignidad y seguridad, todavía permitimos que el desorden impere y no parece haber mayor intención de cambiar esta realidad en los próximos años.

Quien haya tenido la fortuna de visitar alguna ciudad con un buen sistema de transporte público se habrá dado cuenta de la importancia que significa para la vida de sus ciudadanos. La posibilidad de transportarse dignamente de un lugar a otro, sin tener que gastarse una fortuna en ello, facilita significativamente las condiciones de competitividad urbana y mejora la calidad de vida de las personas. Contar con transporte confiable y eficiente supone una preocupación menos de no poca importancia para los visitantes y para los locales, constituyéndose así en un elemento de equidad social de gran relevancia. Por eso me cuesta mucho entender el desgano que muchas ciudades muestran ante este asunto, casi que resignándose a lo que precariamente tienen, sin mayores preocupaciones por su mejora.

No nos digamos mentiras, en términos generales el transporte público en nuestra ciudad es malo, desordenado y peligroso. No bastan los tremendos esfuerzos que hace Transmetro para ofrecer un buen servicio, esto apenas representa entre el 5% y el 10% de los viajes en el área metropolitana. Día a día se ven buses tradicionales haciendo lo que quieren en la vía, violando sistemáticamente todas las normas posibles, taxis abusivos, colectivos a sus anchas en cualquier avenida, camionetas arrumando personas en su espacio de carga, terminales piratas de buses intermunicipales; en fin, un desvergonzado y largo catálogo de anarquía y abusos.

Los más preocupante de todo esto es que según la encuesta de Barranquilla Cómo Vamos, versión 2017, el 73% de los barranquilleros está satisfecho con el medio de transporte que utiliza principalmente. Entristece mucho comprobar que para la gran mayoría de nuestros conciudadanos la experiencia en un bus, o en un colectivo, o en un taxi, resulta satisfactoria. Tal fenómeno solo puedo atribuírselo al desconocimiento, nadie extraña lo que no ha vivido.

La tarea es titánica. Hay que expandir y apoyar –y subsidiar– decididamente a Transmetro, y al mismo tiempo educar con tenacidad al usuario. Faltarán décadas de esfuerzo y frustraciones, pero en algún momento tendremos que darle al transporte público la importancia que merece. Si no lo hacemos nuestros niveles de competitividad, bienestar y calidad de vida nunca serán significativamente buenos.

@Morenoslagter - moreno.slagter@yahoo.com