No pudo tener un inicio más tétrico el debut de Colombia: apenas 3 minutos, pase largo de Japón que toma a Dávinson Sánchez mano a mano en el centro del campo y -error- sin ningún respaldo de un compañero, Osako remata, Ospina rechaza, el rebote lo toma Kagawa que dispara al arco y la mano de Carlos Sánchez impide el gol pero provoca el penal y su expulsión.

Uno a cero en contra y 10 jugadores. La reacción de Colombia fue valiente, emocional, esforzada, pero desordenada. Pékerman lo leyó así y excluyó a Cuadrado para darle paso a Barrios. Ordenarse para atacar mejor es el viejo aforismo futbolero.

Y dio frutos: engaño de Quintero que por debajo de la barrera transforma en gol un tiro libre. Premio para un gran esfuerzo de Colombia. Esfuerzo que le pasó factura en el segundo tramo.

La aparición de la fatiga trajo consigo la disminución de la agresividad, el repliegue y la cesión de la pelota. Y Japón se hizo dueño del trámite. Con un toque-toque que a priori no creíamos que hiciera parte de su catálogo futbolero.

Fue más Japón y por la vía aérea para el 2 a 1 final lo confirmó. Coletilla: ¿si James no estaba para 11 vs. 11, por qué si para 10 vs. 11?