Las redes sociales han cambiado vidas en el ámbito personal y laboral, ayudando a comunicarnos y a entretenernos. Con su evolución, es posible unirse a una red mundial que conecta organizaciones y comunidades. Es tal el grado de dependencia que crean, sobre todo en los jóvenes, que estos no pueden vivir sin ellas.

Hace tiempo la comunicación con otros países era muy difícil, ya no. En los últimos 10 años el avance de internet ha sido increíble, pues ha pasado de ser una ayuda interpersonal a crear adicción entre muchos de sus usuarios. Los temas más buscados, las noticias y videos más vistos, las marcas con más likes y seguidores, todo ello forma un sistema que muestra lo que está in.

Sin embargo, el peligroso aislamiento del entorno físico se traduce en dejar de interactuar de manera directa con este y más bien usar las redes para expresar emociones, incomodidades y gustos, haciendo que otros usuarios fuera de su círculo conozcan de él o ella ignorando a las personas del entorno. Por su inmediatez, son un instrumento para dar información veraz o no, que puede resultar violenta e insidiosa. A veces lo que circula por estas se constituye en una bomba de tiempo que influencia, ayuda y paradójicamente intimida y contribuye a que se propaguen preferencias y emociones.

Antes eran unos pocos los que hablaban y el resto escuchaba, eran audiencias pasivas. Hoy, la comunicación hace que personas y empresas creen entornos dinámicos de influencia casi que “gratis”. Se popularizan videos cortos para mostrar contenidos y de paso generar ingresos por la cercanía que han logrado establecer con sus audiencias.

Estamos en un punto en el que abundan las opciones para comunicarse; la gente dejó de leer y migró a otras plataformas. El boom ha sido favorecido por el aumento desmesurado del uso de Twitter, Instagram, Facebook, WhatsApp, etc. Un informe realizado por la firma Deloitte, tuvo en cuenta la opinión de mil personas en Colombia, reveló que revisar las redes sociales es la actividad que más realizan las personas en sus celulares.

Bueno es cilantro pero no tanto; en la autopista de la comunicación hay que montarse en el vehículo que lleve donde uno desea, pero sin dejarse afectar por opiniones y modas, y no comer del cuento de los que “influencian” con sus tendencias. Al tener expuesto nuestro correo, cada vez más llegan avalanchas de información sobre milagrosas dietas, por ejemplo: efectivas para prolongar nuestra estancia en la tierra, hacerla más placentera, mejorando el ánimo, pudiendo darle una nacarada suavidad a nuestro cutis, brillantez al cabello, eliminar la calvicie, perfumar los efluvios corporales y hasta alargar la vida sexual hasta el fin de nuestros días.

Las redes sociales son buenas compañeras usándolas con consciencia y nunca abusando de ellas. A veces no hay que comerse el cuento que echan y estar alertas para evitar que ante el menor papayazo “nos den por la cabeza”.

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