Ayer se conmemoró el Día del Maestro, un momento para reconocer la labor de quienes han dedicado sus vidas para enseñar a los demás diversas áreas del conocimiento, pero también valores, criterio y formas de abordar las diferentes situaciones que se enfrentan en la vida. Quienes hemos tenido la oportunidad de acceder a la educación recordamos con amor a aquel profesor que nos inspiró profundamente para seguir buscando información, creando proyectos, construyendo o leyendo un poco más sobre el tema que nos interesa. El trabajo de un profesor y de una profesora es invaluable, a tal punto que me atrevería a sostener que a muchas personas que terminaron en las vías de la ilegalidad, les pudo hacer falta un maestro que los inspirara, alguien que los guiara y les jalara las orejas cuando se cometiera una falta.
En esa medida, la situación que enfrentan los maestros en Colombia, donde pareciera que hay una política para desconocer la labor de quienes enseñan, es realmente dolorosa y crítica, siempre que un país como el nuestro debería apostarle a que sus profesores tengan educación y entrenamiento constante, para poder brindarles a sus alumnos información y bases de calidad. Asimismo, debe un reconocimiento de las condiciones laborales, que se acompase a la importante labor que desarrollan.
Mi bisabuela y abuela fueron ambas profesoras, no solo de sus estudiantes, pero también de sus nietos, hecho que me permitió entender el lazo estrecho que hay entre un alumno y su maestra o maestro. Un recuerdo de la infancia de mis tías da cuenta de la labor tan bonita e importante que desarrollan los profesores. Me cuentan que cuando pequeñas pasaban muchas tardes recortando imágenes de revistas, que por encomienda de mi abuela Diana Culzat –quien era profesora en una escuela pública–, pegaban en los cuadernos de estudiantes que no tenían recursos para comprar libros. El propósito de esta actividad era que los niños y las niñas pudieran entender con ilustraciones aquellos temas que se trataban en su clase.
Nuestro país, ante la escasez de recursos destinados a la educación y ante su mala distribución en todo el territorio, está lleno de profesores y profesoras creativas que han intentado enseñarles a sus estudiantes con experiencias personales, con recortes y con actividades prácticas, muchos de los conocimientos a los que de otra forma no podrían acceder. Es un buen momento para reconocer la inmensa relevancia de enseñar, una función tan especial que de ser bien aprovechada podría cambiarles exponencialmente el futuro a miles de niños, niñas y jóvenes colombianos.
@tatidangond