En 1943 el psiquiatra norteamericano Leo Kanner hizo la primera descripción clásica de lo que llamó Trastorno Autista del Contacto Afectivo, cuyos síntomas relevantes eran una “extrema soledad desde el comienzo de la vida y un deseo ansiosamente obsesivo por la preservación de la mismidad”. Un año después lo llamó Autismo Infantil Temprano. En este mismo año, 1944, y sin conocer el aporte de Kanner, el psiquiatra austriaco Hans Asperger describió un grupo de pacientes como portadores de un “habla pedante y estereotipada, torpes, con intereses obsesivos y comportamiento social deficiente”. A este tipo de conductas las llamó Psicopatía Autista. Es curioso que ambos hayan escogido el término Autismo (auto-absorción mórbida) para describir a sus singulares pacientes.
Son dos cosas diferentes desde la descripción inicial, pero es pertinente aclarar la diferencia. Cuando se habla de los trastornos del espectro autista se consideran tres criterios: un trastorno en la interacción social recíproca, un trastorno en el lenguaje gestual/verbal y un rango muy restringido de actividades e intereses. Autistas y aspergerianos tiene en los tres, pero con diferencias notorias. Mientras los primeros se aíslan de una manera muy solitaria, los aspergerianos tienen un egocentrismo inusual, falta de empatía, no saben demostrar afecto, no comprenden el sarcasmo o el chiste, ingenuos, crédulos.
El segundo criterio, el lenguaje, es importantísimo para el diagnóstico: en los aspergerianos no se observa un retraso en la adquisición y desarrollo del lenguaje. Se plantean los tres años de edad para la tenencia de un lenguaje amplio y suficiente como el de los niños con desarrollo típico, de tal manera que se le facilita el ingreso temprano a la escolaridad. Puede ser un lenguaje pomposo, literal, poca preocupación por la opinión del interlocutor, pobre comunicación gestual, evita el contacto visual, habla monótona y estereotipada, desconocimiento de los límites sociales. Si la niña desarrolla un excelente lenguaje verbal, pero lo logra después de los 4 o 5 años no es aspergeriana, es una autista de alto nivel de funcionamiento.
Mientras un autista puede tener como actividad principal en su tiempo libre alinear o clasificar objetos, preferir la tapa de una olla que un juguete, el aspergeriano se dedica a la recolección obsesiva de datos o cifras sin un objetivo práctico, aprender los horarios de cualquier tipo, coleccionar objetos particulares. Esto se hace en medio de una rutina que no admite cambio o perturbación.
Es claro que se trata de algo diferente al clásico, no una variante.
Infortunadamente, este espacio es insuficiente para todo lo que hay que decir sobre los trastornos del espectro autista. Siempre he tenido la fantasía de dictar una cátedra de Autismo en alguna universidad de la ciudad, es una necesidad enorme llenar la falta de educación al respecto.
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