Tal vez la única referencia sobre Irán, en la literatura latinoamericana, lo constituye el minicuento Un sueño, cuya autoría es del argentino Jorge Luis Borges, de quien se acaban de revelar las razones por las que no recibió el Premio Nobel en 1967. La minúscula joya de la ficción es la siguiente: “En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma del círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mí escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular… El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben”.

El breve relato no solo nos sumerge en el misterio de aquella república islámica de Oriente Medio sino que nos instala en la realidad de un momento presente en que el peligro de una conflagración mundial asoma su rostro. He ahí el tamaño del nudo gordiano en el que nos encontramos: Rusia mostró sus dientes hace días al advertir a la comunidad internacional que, por favor, no se involucre en los problemas internos del también llamado país Persa.

¿Qué ha pasado? Los últimos acontecimientos señalan que un amplio sector del pueblo iraní protestó en las calles por la compleja situación económica propia de un modelo calificado de excluyente. Docenas de muertos ha sido el resultado, pero el gobierno arguye que sofocó un “suave golpe” de estado que quiso matizarse con el nombre de primavera iraní. Hubo, también, promesa de reformas que, a juicio de analistas internacionales, contrarrestaron la posibilidad de una intervención extranjera al estilo iraquí en la que tendría participación el gobierno estadounidense de Donald Trump.

¿Y por qué Trump? Hace dos meses el inquilino de la Casa Blanca evitó certificar el acuerdo nuclear establecido entre el llamado Grupo 5 + 1 (EEUU, Francia, Rusia, China, Reino Unido, más Alemania) y Teherán, lo que conllevó a que el congreso decidiera, en un plazo de 60 días, la aplicación de embargos a Irán; pero, el 12 de diciembre pasado no hubo pronunciamiento alguno.

Sin embargo, la intención de modificar el acuerdo, o anularlo, continúa en la mira de Trump, tal como lo sugieren algunos mensajes enviados a través de la caldera hirviente de su tuiter. Hay que recordar que tal acuerdo fue firmado por Obama en 2015 en medio de cuestionamientos permanentes e incisivos por parte del actual mandatario estadounidense.

“El gran pueblo iraní ha sido reprimido durante muchos años. Están hambrientos de comida y libertad. Junto con los derechos humanos, la riqueza de Irán está siendo saqueada”, ha expresado Trump, mientras critica el acuerdo nuclear.

Y allá, como acá, la opinión se divide entre un gobierno democrático de izquierda y una derecha opositora con apoyo internacional, especialmente del gobierno estadounidense. Al fin y al cabo, son los calificativos de moda que explican la peligrosa polarización que se abre paso en este mundo que no es de ficción, como tal vez lo hubiera querido Jorge Luis Borges.

*MPA, MSc - Rector Universidad Autónoma del Caribe