Cada vez que escribo sobre el proceso que ha vivido Barranquilla en estos diez años, llueven sobre estas letras tirios y troyanos.

Aunque a juicio de esta tribuna es fácil encontrar las evidencias en los centros de salud, las escuelas, las calles pavimentadas, los jóvenes que ingresan a las mejores universidades del país o las nuevas generaciones de artistas que se forman en las escuelas distritales, no faltan los que las niegan con argumentos falaces.

Al final de cuentas, son sus tesis contra las nuestras.

Pero ayer conocimos una prueba irrefutable. Llegó por cuenta de la iniciativa ciudadana Barranquilla Cómo Vamos, a propósito de sus diez años.

Con el apoyo de Fundesarrollo y la firma Socieconómica Consultores, la investigación dijo haber identificado “transformaciones urbanas, no solo físicas, sino también políticas, sociales y económicas, que evidencian el buen momento que vive la ciudad”.

Desde una perspectiva empírica, quedó claro que la calidad de vida de la ciudad mejoró ostensiblemente durante la última década.

El informe no escatimó en precisiones, y con cifras por delante resaltó cómo la ciudad saneó sus finanzas, duplicó sus ingresos de $1.087 billones a $2.207 billones y fue la primera ciudad del país con mayor inversión por persona ($1,7 millones) por encima de Medellín ($1,4 millones por habitante).

Pero, como digo, lo que tiene son demostraciones, al amparo, todas de la experiencia científica.

Permítanme recalcar otra de ellas: “La incidencia de la pobreza monetaria… ha caído de manera consistente. En 2008 la cifra era de 43,3% y para el 2016 se redujo a 21,7%”. En otras palabras, hoy tenemos la mitad de pobres que había hace diez años, con un elemento adicional: la población barranquillera nunca paró de crecer en este período.

Podría explayarme en más certezas como las de educación y salud, que ocuparon buena parte de la presentación de ayer. O las cifras de empleo, infraestructura vial, vivienda o servicios públicos, que del mismo modo llamaron la atención. Pero remito la atención sobre estos logros a las páginas de EL HERALDO que compilan todos los detalles.

Lo que sí no puedo dejar de decir es mi síntesis de la investigación: gracias a una visión de largo plazo de la ciudad, a instancias de administraciones continuas y coherentes que hicieron apuestas en grande e impulsaron soluciones estructurales, Barranquilla consiguió sobreponerse al umbral del atraso, la inequidad y la pobreza.

Hoy vivimos en una ciudad con rumbo cierto, y una gran proyección nacional y global, que nos devolvió a todos la ilusión de quedarnos.

Si bien todavía hay tempestades que sortear, como las que el estudio identificó en seguridad y movilidad, es hora de que quienes solo ven tormentas por llegar, reconozcan el buen viento y la buena mar de Barranquilla.

@AlbertoMtinezM