La masacre que acaba de ocurrir en la vereda de Puerto Rico Mitaje, en la zona rural de Tumaco, es un pájaro de mal agüero para la paz en Colombia. Según la defensora de derechos humanos de la Asociación de Juntas Comunitarias Mira, Nulpe y Mataje (Asominuma), las acciones del Ejército y la Policía fueron “desmedidas e irracionales”, y además, dejaron a 8 campesinos muertos y al menos 20 heridos.
Las explicaciones que dan el Ejército y la Policía son poco verosímiles, se supone que fueron presa de un ataque de cinco cilindros bomba provenientes de la columna Daniel Aldana de un grupo armado organizado, y se vieron obligados a contraatacar para defenderse y proteger a los campesinos. Sin embargo, no hay ningún insurgente muerto. No hay ni siquiera soldados o policías heridos o muertos. Los que murieron fueron los campesinos.
Según dijo Asominuma a algunos medios de comunicación: “Los campesinos de la zona venían de un proceso de ratificación del punto 4 de los Acuerdos de Paz y del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS) acordado con el Estado. Teniendo como precedente que el territorio de Altamira es una de las zonas que mayor número de hectáreas de coca tiene Colombia y que es una zona priorizada, no solamente para la implementación de los acuerdos, sino para el tema de sustitución”. Desde entonces las cosas han estado tensas, porque el Gobierno no le está cumpliendo a los campesinos: se supone que la erradicación de los sembrados de coca vendría con el reemplazo de un nuevo cultivo y la capacitación para sacarlo adelante. Sin embargo, los campesinos denuncian que no les han entregado una sola ayuda. La mayoría de estos campesinos solo sabe cultivar coca, y no es porque sean “malvados”, es porque era el único cultivo que les resultaba rentable para substistir. Ahora el Gobierno se los está cambiando por nada, y tienen todo el derecho a estar molestos y algunos se han opuesto, frente al Ejército, a la erradicación forzada.
Sin embargo, nada de esto explica la masacre. Y mucho menos esa inverosímil explicación que da la fuerza pública. En cambio el incidente remueve muchos recuerdos de masacres campesinas a manos de la fuerza pública (que precisamente dieron origen a la guerrilla que hoy tratamos de acabar). Lo que acaba de ocurrir sienta un precedente gravísimo y se siente escabrosamente familiar.
Dijo alguna vez María Cano: “Jóvenes campesinos” (o jóvenes soldados) “(...) acordaos que Cristo enseñó a no matar, y aunque os lo ordenen vuestros superiores, por ningún motivo y en ningún caso disparéis vuestros rifles par asesinar a vuestros hermanos los obreros” (los campesinos). Amad a vuestros semejantes, con mayor razón si pertenecen a su misma clase. Todos somos hermanos. Todos somos pobres.
@Catalinapordios