Para quienes de alguna manera hemos tenido que ver con el desarrollo de este sector en el Caribe, no es vano recordar que hace 25 años el tema era extraño en nuestras gobernaciones y mucho más en las alcaldías. En el Conpes Costa Atlántica tratamos de impulsar este sector a inicios de los 90, tropezando con la ignorancia de funcionarios y políticos que lo catalogaban como “ciencia ficción”. Los recursos, nos decían, deben ser para agua potable y no para estas tonterías. A pesar de ello, se sacó adelante la Comisión Regional de Ciencia y Tecnología del Caribe y se elaboró en la mitad de la década el I Plan de Ciencia y Tecnología del Caribe Colombiano. Luego se elaboró en el país el documento “Colombia: Al filo de la Oportunidad” de la Misión de Sabios, el cual propuso un camino a recorrer en este campo. Colciencias fue sacado de su papel de entidad de segunda clase, adscrita al Mineducación y al DNP, y luego se le adscribió a la Presidencia. Lentamente en la Región Caribe las universidades públicas y privadas entendieron que su función no era solo dar clases y otorgar títulos. Era necesario promover la investigación científica y entender que la docencia tenía que materializarse en la generación de nuevo conocimiento pertinente.
Se fueron formando los grupos de investigación y las primeras patentes aparecieron. Las publicaciones se multiplicaron y hoy los docentes saben que hay que publicar en revistas indexadas y generar nuevo conocimiento. Enseñar no es suficiente. Después siguieron la creación de maestrías y doctorados, programas que eran exóticos en nuestro medio.
El gobierno de Santos prometió que la Ciencia, la Tecnología y la Innovación serían una de las locomotoras. Pero como bien lo señaló Moises Waserman (El Tiempo-agosto 25/17) esa locomotora nuca arrancó, pues le pusieron motor de motocicleta que luego se apagó. Mientras queremos entrar a la OCDE, club de ricos, se nos olvida que ellos invierten más del 2% del PIB en Investigación y Desarrollo, mientras que nosotros no llegamos ni al 0,2%. En el 2013, Colciencias invirtió $430.150 millones. Pero desde allí esta administración le siguió recortando los recursos hasta proponer $220.506 millones para el 2018. “Hacer más con menos” es la receta de nuestro Ministro de Hacienda que nos conduce a la recesión con sus recortes presupuestales, pero que incrementa el presupuesto de seguridad y Policía en un 8%.
Ningún país ha desarrollado su Ciencia, Investigación y Tecnología sin un fuerte apoyo estatal, como lo ha demostrado Mariana Mazzucato en su famoso libro The Entrepreneurial State que nuestros neoliberales criollos deberían leer. Ahora, el asalto final contra la Ciencia se hizo al tomar buena parte de las regalías reservadas para Ciencia y Tecnología para caminos terciarios, bajo la excusa del posconflicto, escondiendo la incapacidad estatal para financiar estos programas. Ya se habla de reducción de más de 140 cargos en Colciencias por este problema, y los doctorados peligran por la falta de nuevas becas. El problema se podría enfrentar luchando contra la evasión fiscal, bajando la corrupción y abandonando la austeridad inteligente que impone la absurda regla fiscal que nos ata con sus rigideces y que sepulta el futuro.