¿Por qué, si Pékerman eligió a los jugadores que están viviendo un buen momento en sus respectivos clubes, jugaron tan mal entre ellos?
No es novedad que la Selección Colombia después del Mundial no haya podido redondear una presentación de buen juego, más allá de su capacidad competitiva y astucia para sacar resultados que la tienen hoy en el segundo lugar de la tabla, aunque muy acechada por otras seis Selecciones, pero el jueves dejó pasar, quizá, la gran oportunidad para asegurar su tiquete a Rusia el próximo año, o al menos el partido de repechaje. Entre otras razones, porque conformar una alineación es muy fácil, pero jugar en equipo no tanto.
Falcao, Cardona, Chará están jugando muy bien en compañía de otros jugadores, bajo otras premisas tácticas. La idea de convocar a los que mejor actualidad tienen es que se puedan complementar, que logren rápidamente, por el escaso tiempo de convivencia, generar una química entre ellos, que uno logre hacer mejor al otro y viceversa. Que en las interacciones que se den durante el trámite del juego haya entendimiento y cierta complicidad, necesaria esta última para encadenar pases con criterio. Que, al integrarse, el todo sea más que la suma de las partes.
Frente a Venezuela, Colombia nunca pudo gobernar el trámite porque le dio mal destino al balón: entre Barrios y Sánchez, entregaron la mayor cantidad de pases errados. Si desde el inicio de la jugada, el que le debe dar seguridad a la salida y aumentar las posibilidades de éxito en su progresión, la imprecisión es su nociva aliada, entonces se deteriora el funcionamiento con el balón. Se cansaron de luchar y disputar el balón para quitarlo, pero la entregaron tan mal que no la recuperaron.
Sin el balón en su poder, Colombia deambuló tratando de encontrar a Falcao con pases largos y aéreos, casi siempre en desventaja con los defensas. A Cardona, en corto y parsimoniosamente, lo que facilitó el marcaje del lateral venezolano. A Cuadrado, rodeado de dos o tres para que él, individualista y excesivo en el transporte del balón por naturaleza, se aventurara en la gambeta inútil frente a tantos rivales y en zonas que piden otras decisiones. Y, a Chará, salvo en aquel pase largo que él adelantó con el control y convirtió, previo enganche, en su gran oportunidad de gol, no lo descifraron, no lo pudieron acoplar al circuito.
El ingreso de Aguilar le dio cierto orden a la casa. No tiene la energía y reacción en marca que Sánchez y Barrios, pero la entrega bien, con ventaja y al que corresponde. Esa es, muchas veces, la mejor manera de defender. Aún con un Brasil que pareció relajado ante Ecuador, Colombia tendrá que mejorar mucho si quiere vencerlo el martes.