De las calles de Barranquilla una de las más anecdóticas es la de San Juan (Calle 36), ya que en tres de sus esquinas se dieron en el pasado hechos dignos de recordar. La de Progreso, conocida como ‘La esquina de los músicos’, era su ‘oficina’. La de 20 de Julio era conocida como ‘La esquina de los electricistas’, pues allí, frente al Club Barranquilla y al Metropol, estaba la Compañía Colombina de Electricidad y en sus gradas se sentaban los electricistas con sus utensilios de trabajo, esperando que les cayera una ‘maraña’. Y a la tercera –la del callejón de La Paz, frente a la venta de hielo de Pompilio Luján– la hizo famosa nuestro gran compositor José Barros, quien se inspiró allí para componer el porro El patuleco. Por eso, se la conocía como ‘La esquina del patuleco’. Contaba el autor que en los años 1952 y 1953, un cachaco que tenía una tienda en esa esquina se negó a fiarle una gaseosa para pasar un tremendo guayabo, y él, para desquitarse, le compuso una canción, pero el efecto fue contrario, pues días después, al pasar José Barros por la tienda, cuando esperaba encontrar al cachaco furioso, este salió a su encuentro para darle las gracias y pedirle que por favor le compusiera otra canción, pues desde el día en que salió el disco El Patuleco –cantado por Alberto Fernández, con arreglos de Pacho Galán– le aumentó la clientela, pues la gente se acercaba a conocer al tal patuleco, apodo que le puso Barros por pura mamadera de gallo, ya que el cachaco no era ni patuleco, ni cojo, ni na’.

“En la esquina de La Paz –con la calle de San Juan– se la pasa el patuleco tragando ron y comiendo pan– A dónde vas, patuleco– A dónde vas, patuleco”. Así dice la canción.

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