“Los deportistas colombianos para el Gobierno no sirven pa’ un c*lo, ¿hasta cuándo vamos a esperar, hasta cuándo vamos a aguantar? Los deportistas que representamos bien a nuestro país, que se jodan, no entiendo esta vaina”, dijo el ‘Pibe’ Valderrama en un reciente video publicado en su cuenta de Instagram. Los deportistas –de talla mayor– Mariana Pajón, Yuberjen Martínez y Óscar Figueroa también enviaron un mensaje al Gobierno, que sin justificación alguna acaba de reducir el presupuesto destinado para el deporte en Colombia en un 66% (pasó de $530.000 millones –que para ser francos, era nada– a míseros $183.000 millones de pesos.

“Es frustrante que en el mejor momento del deporte colombiano ahora tengamos menos presupuesto”, dijo Pajón, “nos devolvimos a la época en que los deportistas pasaban hambre”, añadió. Caterine Ibargüen, que además de ser una campeona de talla internacional es un ejemplo y una inspiración para miles de colombianas, dijo: “yo me quedo bruta, porque, si se dan resultados por qué quitarnos los recursos, hicimos historia hace un año en los Juegos Olímpicos, así que lo poco o mucho que se había aportado al deporte dio frutos”.

En los últimos años, los triunfos deportivos nacionales han creado una nueva narrativa del país, nuestros mejores deportistas se han convertido en un modelo aspiracional para las nuevas generaciones, es un ejemplo de cómo la persistencia y la disciplina cuando se suman al talento pueden llevarnos muy lejos. Menos presupuesto para el deporte significa menos deportistas exitosos, menos modelos positivos.

Y eso que la verdad es que casi todos los y las deportistas que nos han llenado de orgullo se han hecho solitos y con las uñas, nunca gracias a, sino más bien a pesar de nuestros gobiernos. La ironía es que cada que hay una victoria internacional en el deporte los presidentes aprovechan el momento para capitalizar el sentimiento patriótico, y hasta salen a decir, con infinito cinismo, que los triunfos son gracias a sus gobiernos. Mientras tanto, nuestro sistema de estratos es tan hermético que parece que tuviéramos castas, Colombia es un país en donde la movilidad social es prácticamente nula. Salvo por el narcotráfico, la música y el deporte. Ya sabemos que el narcotráfico es tema de verguenza nacional, pero paradójicamente, hoy más que ayer, es más fácil hacerse narco que deportista.

¿Cómo pretenden decirle a los jóvenes que no se metan a las ‘bacrim’ en el posconflicto? ¿Qué oportunidades hay cuando la educación es mediocre e insuficiente?

Recortar el presupuesto para el deporte es empujar a muchos jóvenes a la vida criminal. ¿Para qué tener disciplina, tesón o berraquera en algo si al final no hay apoyo ni oportunidades? Esta es la pregunta que se hace la juventud colombiana. Pero el Gobierno no escucha, y se queda con unas prioridades neoliberales que no sirven para construir país y, que en cambio, cortan de tajo los pocos sueños que le quedan a las nuevas generaciones.

@Catalinapordios