Un personaje macondiano, fuente de inspiración para García Márquez, descrito en la crónica de McCausland y en composiciones vallenatas que apreciaban su magia, murió el pasado domingo dejando un legado invaluable para la cultura del Caribe colombiano. El Mago Borletti, quien para muchos fue un personaje real incluido en Cien años de soledad, se fue de este mundo a los 84 años de edad, dejando su magia para las historias y relatos que alimentan la cultura de este Macondo, donde lo sobrenatural es parte del día a día. Su fallecimiento generó una gran tristeza entre sus familiares y amigos allegados, hecho aún más doloroso por las circunstancias médicas en las que perdió la vida.
Es muy difícil no sentir dolor e indignación ante el relato de su hija Rocío Hernández, quien contó que su padre fue paseado de un hospital a otro, sin tener en cuenta su grave estado de salud. Máximo Alfredo Hernández Durán, el admirado Mago Borletti, fue inicialmente llevado al Hospital San Cristóbal, en Ciénaga (Magdalena), en el cual informaron que por su estado de salud tendría que ser trasladado. Sin embargo, el traslado demoró tanto que su hija optó por llevarlo a Barranquilla, donde dos hospitales le negaron la atención, por lo que finalmente llevó a su padre a Montería, ciudad en la cual falleció.
El caso del Mago Borletti, que ha sido fríamente enmarcado dentro de un patrón como el ‘Paseo de la muerte’, da cuenta de la situación de vulnerabilidad a la que se exponen los adultos mayores en Colombia, esas personas que deberían tener una atención prioritaria precisamente por su edad y por un principio de humanidad, son por el contrario desahuciadas y mal atendidas por el personal médico, como si sus vidas tuvieran poco valor. Algo debe estar tremendamente mal en la formación de médico y de quienes trabajan en hospitales, para negarle la atención a un adulto mayor, o para tratarlo con menos importancia por la edad.
Una vida llena de magia como la de Borletti, que generó tantas alegrías por ser un mago de parrandas, como él mismo lo afirmó, no debió haber sufrido en sus últimos días de vida la zozobra de un sistema de salud que carece de cualquier sentido de humanidad, porque tanto Borletti como los cientos de adultos mayores que llegan a los centros de salud deben ser atendidos con prioridad, de modo que salven sus vidas, y en los casos donde la gravedad supere la medicina, mueran dignamente.
Gracias a Borletti por su legado, y a su familia, por compartir estas historias que deben servir como un llamado para la medicina en Colombia. Como lo dijo McCausland, este fue un personaje escapado de Macondo.
@tatidangond