¿Por qué Barranquilla está en un nivel medio bajo de progreso social y se ubica en el puesto 7 entre 10 ciudades, según el Índice de Progreso Social lanzado por la Red de Progreso Social en Colombia? El desempeño de cinco sectores nos ayuda a explicarlo: salud y seguridad ciudadana, áreas en donde la inversión y los esfuerzos han sido colosales, no muestran resultados contundentes. El servicio público de energía, un problema que ha inspirado toda serie de titulares y pronunciamientos terminó por saturarnos dejándonos en “modo hibernando”, a la espera de una solución estructural. El transporte público, en el que todos coinciden como un tema prioritario, no es objeto en la práctica de acciones contundentes, o por decirlo más directamente, de recursos e inversiones significativas; y por último, el medio ambiente –el “por último” es intencional–, porque sencillamente la ciudad no cuenta con una política pública medio ambiental.

El Distrito anunció para 2017, su modernización a partir de cambios en su estructura con el objetivo de mejorar la prestación de los servicios y cumplir con las metas del Plan de Desarrollo. Esta propuesta reorganiza y aumenta la burocracia –que no es mala en sí misma, antes bien es necesaria– para trabajar diferentes frentes; pero sola puede quedarse corta.

Algo falta. El hardware puede estar bien, pero al software le falta desarrollo. Estos ajustes no generan por sí solos, mayores capacidades colectivas, capital social, institucionalidad y cambios en las normas y actuaciones sociales, no cambian la cultura, no garantizan el fortalecimiento de lo “blando”, el quid del asunto.

Incorporar al ciclo de las políticas públicas la práctica de la evaluación de impacto, fortalecer técnicamente a las secretarías –principalmente a Planeación, ahora que el Distrito asumirá el manejo del Catastro y por ende contará con mayor autonomía para planear el desarrollo urbano de la ciudad–, sustentar técnicamente la priorización de ciertas obras e inversiones sobre otras, determinar si las actuales inversiones son costo-eficientes y son las que más incidirán en el bienestar de los barranquilleros, mejorar la calidad de las grandes obras que tantos cuestionamientos ha generado, aumentar la transparencia y la calidad de nuestra democracia –principalmente la democracia deliberativa–, son en mi opinión algunos aspectos que se deben incorporar a esta propuesta de modernización del gobierno de la ciudad.

Alejandro Gaviria en su libro Alguien tiene que llevar la contraria, nos comparte esta reflexión: “Creo íntimamente que la acción y la reflexión deben ir de la mano, que la toma de decisiones en todos los ámbitos requiere una reflexión permanente e informada sobre las posibilidades y dificultades del cambio social, que las ideas importan y que a la academia le corresponde, por tanto, un papel más protagónico en las decisiones públicas”.

La academia, y muchos otros sectores deseamos contribuir a la modernización de nuestro gobierno y al progreso social de nuestra ciudad. Aquí estamos.

@rochimendozam