Muy recientemente la Red de Progreso Social en Colombia lanzó el Índice de Progreso Social -IPS- 2016. De acuerdo a su puntaje, Barranquilla se encuentra en un nivel de progreso social medio bajo, junto con Ibagué, Cali y Cúcuta. Las ciudades andinas ocupan los primeros lugares, encabezadas por Manizales, con nivel de progreso social alto. En nuestra web: www.barranquillacomovamos.co el lector puede consultar los resultados de este índice.

Las ciudades que salen bien ranqueadas acogen estas medidas con bombos y platillos, las autoridades sacan pecho, la noticia sale con grandes titulares y en primera página con fotos bonitas de la ciudad.
Por su parte, los sectores más críticos empiezan a cuestionar la rigurosidad de estos índices –porque no respaldan sus argumentos– buscando a como dé lugar su talón de Aquiles o un posible sesgo político o técnico, para desvirtuarlos.

Por el contrario cuando a las ciudades no les va bien, las autoridades ignoran y desconocen sus resultados, simplemente no les “paran bolas” –disculpe el lector mi burda expresión–. La táctica es dejar que pase la avalancha de titulares apocalípticos y el incómodo cuestionamiento de sectores críticos y continuar como si nada hubiese pasado, sin pronunciamientos ni comentarios. Y no podían faltar los defensores del gobierno que salen a hacer lo suyo.

Mientras tanto y pasa la ventolera, se espera en la maraña de tanto índice que sale, alguno que diga lo contrario. Y en ese caso sí se tiene en cuenta para divulgarlo en los comunicados de prensa oficiales. Con bombos y platillos se hará alarde de la fuente, de la rigurosidad del informe, índice, estudio, ranking y se presentará a la opinión pública como la verdad revelada.

Leyendo en este fin de año el libro de Alejandro Gaviria, Alguien tiene que llevar la contraria, me topé con la vieja teoría en psicología sobre la disonancia cognitiva, propuesta por Festinger, y que trata de explicar cómo las personas intentan mantener su consistencia interna, así que cuando se presentan ideas o cogniciones contradictorias a la conducta o ideas propias, se crea una ansiedad o tensión psicológica que motiva a las personas a hacer lo posible por reducirla (defensa, negación o incluso el autoengaño). Qué conveniente resulta esta teoría psicológica para comprender nuestras realidades políticas.

La lectura del IPS no debe ser en blanco y negro, en términos de si la ciudad se rajó o no. La lectura debe ir más allá del ranking –aunque este resulte ilustrativo– y ahondar en aquello que debe constituirse en la agenda común de progreso social para la ciudad; el IPS es un pretexto perfecto para alinear mensajes y esfuerzos, coordinar intervenciones y fijarnos prioridades.

El IPS fue concebido como un índice para la acción. La invitación al gobierno local, a los líderes de opinión, a la academia, los centros de pensamiento, al sector privado y a la sociedad civil es a considerar los resultados del IPS para replantear lo que haya que replantear en aras de un mayor progreso social, superando la tensión generada por ideas o información que nos resulte disonante.

@rochimendozam