Lo grave está en que la liquidación no le da liquidez a las empresas sino el giro, que no se hace efectivo. La solicitud de parte de Air-e para que fuera intervenida por parte de la Superintendencia, alegando su insolvencia y la falta de flujo de caja, fue al mismo tiempo el detonante y el iceberg de esta crisis anunciada.
No es posible que bajo el panorama que tenemos y la experiencia que acabamos de tener en la sequía, aún estemos empecinados en ponerle llave a las únicas fuentes de energía que le dan respaldo y confiabilidad al sistema.
Duque, dizque bobo, aprobó los precios de la concesión de Air-e, y los de distribución que condujeron al desastre que vivimos, la gente tiene que escoger entre comprar comida o pagar la luz, martirio que podría el Gobierno nacional mitigar, pero se requiere la voluntad del gobernante.
Lo anterior es lo que ha sucedido desde hace décadas y está sucediendo actualmente en la costa Caribe colombiana ante la indiferencia de los últimos gobiernos, con estocada en la presidencia de Duque cuando firmó con Air-e y Afinia los más lesivos contratos contra la población costeña.
El dirigente Camilo Sánchez recordó que las térmicas “salvaron” al Gobierno nacional de un apagón.