Un reciente estudio desarrollado por la Universidad MacEwan de Canadá ha establecido una conexión directa entre el consumo nocturno de determinados alimentos y la aparición de pesadillas durante el sueño. La investigación, que analizó los patrones alimentarios de 1.082 voluntarios con edades comprendidas entre los 17 y 54 años, identificó a los productos lácteos como los principales responsables de alterar la calidad del descanso.
Los resultados, publicados en la revista científica ‘Frontiers in Psychology’, muestran datos reveladores sobre cómo la alimentación nocturna impacta directamente en los sueños. Del total de participantes, un 5,5% confirmó experimentar alteraciones significativas en su descanso tras consumir ciertos productos alimentarios antes de dormir.
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La investigación demostró que los alimentos con alto contenido de azúcar ocupan el segundo lugar entre los causantes de sueños perturbadores. Un 30% de los participantes que consumieron postres o productos dulces durante la noche reportaron experiencias oníricas desagradables. Este hallazgo subraya la importancia de limitar el consumo de carbohidratos refinados y azúcares añadidos en horas previas al descanso.
Por otro lado, el 20% de las personas que ingirieron productos lácteos como leche, yogur o queso experimentaron dificultades para conciliar el sueño, siendo las mujeres el grupo más afectado por esta problemática. Curiosamente, otros grupos alimentarios como frutas, carnes, cereales y comidas picantes mostraron un impacto menor al esperado por los investigadores.
El estudio también identificó que las personas con alergias alimentarias e intolerancia al gluten presentan mayor vulnerabilidad a los trastornos del sueño relacionados con la alimentación nocturna. Estas condiciones gastrointestinales generan síntomas que incluyen malestar abdominal, problemas digestivos, dolor, hinchazón y alteraciones en la microbiota intestinal, factores que contribuyen directamente a la aparición de sueños inquietantes.
Tore Nielsen, investigador principal del estudio, enfatizó que la dieta representa una variable crucial y modificable tanto para la prevención como para el tratamiento de las pesadillas nocturnas. Esta perspectiva abre nuevas oportunidades terapéuticas basadas en ajustes alimentarios específicos.
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Los especialistas aconsejan evitar completamente ciertos productos durante las horas nocturnas para garantizar un sueño reparador. Entre los alimentos desaconsejados se encuentran la comida rápida, frituras, carbohidratos refinados, azúcares procesados, bebidas con cafeína, alcohol y productos con alto contenido graso.
Como alternativa, los investigadores sugieren optar por cenas ligeras y de fácil digestión, especialmente para personas con sensibilidades alimentarias conocidas.