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En junio se celebra a nivel mundial el Día del Orgullo LGBTIQ+. No es solo un tiempo para vestir con los colores del arcoíris, sino un momento para recordar una lucha que comenzó con valentía y que sigue más viva que nunca.

Barranquilla no es la excepción. Desde el arte, el cine, el activismo y la gestión pública, distintas personas siguen trabajando por una sociedad más justa e inclusiva. Por eso, EL HERALDO comparte cuatro historias locales que reflejan esa resistencia.

Yuyo, artista visual barranquillero, ha hecho del arte un espacio de afirmación personal y colectiva, mientras que Isaac Vergara, joven cineasta, usa el lenguaje audiovisual para contar historias reales sobre diversidad e identidad. A la par, Shadya Ariza, funcionaria pública, ha dedicado más de una década a garantizar los derechos desde las instituciones. Yessica Mizar, por su parte, ha estado presente en todas las marchas del orgullo en Barranquilla desde 2010, con el firme propósito de visibilizar las luchas de las mujeres trans. Cuatro rostros distintos, pero unidos por una misma causa: vivir con dignidad. Todos ellos se preparan para marchar este domingo a partir de las 2:00 p. m. en un recorrido que inicia en el Parque Luis Carlos galán Sarmiento y termina en la Plaza de La Paz.

El arte también es liberación personal

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Julio José del Valle Pérez es su nombre de pila, pero en 2008, mientras enseñaba en una universidad, un estudiante comenzó a llamarlo ‘Yuyo’, debido a la vibración fonética de “Julio José”. El apodo se volvió nombre. “Me gustó cómo sonó y me lo apropié”.

Yuyo es artista visual. Estudió Artes Plásticas en la Escuela de Bellas Artes y también cursó Publicidad y Mercadeo en el Politécnico. Su relación con el arte comenzó desde la infancia. En el colegio aprendió pintura, modelado, danza y música. El arte lo rodeaba, lo empujaba, lo hacía moverse. A temprana edad integró la prestigiosa Escuela de Arte Marleny en Barranquilla, donde fortaleció su conexión con las expresiones culturales.

Aun así, cuando se graduó del colegio, pensó en estudiar Arquitectura, más por una presión social que por convicción. “Todos querían ser médicos, administradores, abogados. Eran las profesiones de moda en esa época. Cuando decía que iba a estudiar arquitectura, nadie me felicitaba. Me decían: ‘¿Por qué no estudias artes?’”. Eso, sumado al consejo de su padre, lo llevó finalmente a donde su corazón ya lo había ubicado: el arte.

Yuyo cree profundamente en el poder de la representación. En su cuenta de Instagram afirma que cree “en el poder de la visibilidad, de la diversidad como herramienta para crear un mundo mejor”.

“Cuando crecí, en los 80’s, no existían redes sociales, ni referentes diversos en televisión o medios. Uno se reprimía. Intentábamos encajar en un molde que no hablaba de nosotros ni para nosotros”. Como hombre gay, sabe bien lo que significa crecer en un entorno donde la diferencia se silencia. “Nos disfrazábamos. Tratábamos de parecer lo que no éramos. Y eso te rompe por dentro”.

Por eso, hoy cree que es vital mostrar que existen muchas formas de ser, de amar, de habitar el mundo. “No solo existe el blanco y el negro. Hay una cantidad infinita de colores y de posibilidades”.

Su técnica, aunque evita encasillarla se mueve entre lo pop y lo simbólico. “Tienen un lenguaje fresco y joven. Me inspiro mucho en mis experiencias personales”.

El cine como espejo de la diversidad

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Isaac David Vergara Villegas tiene 23 años, es barranquillero y cree que el cine puede cambiar la forma en que vemos el mundo. Desde el año 2021, se ha dedicado a contar historias que muchas veces no aparecen en las pantallas tradicionales. Historias reales, profundas y necesarias, que visibilizan a las personas diversas y que buscan educar a la sociedad desde el lenguaje audiovisual.

“Lo hago porque a través del cine podemos dar visibilidad a las realidades de la población y además, buscamos educar por medio de las creaciones audiovisuales para que los públicos generen conciencia frente a las dinámicas diversas”.

Su primer proyecto fue ‘Donatella’ (2021), un documental que sigue la vida de César Salcedo, artista Drag en Barranquilla. “Explora la humanidad detrás del personaje, revelando la preparación emocional y física que hay antes de cada show. A través de la deconstrucción de su personaje, conocemos las dinámicas que hay detrás de cada puesta en escena”.

En 2023 presentó ‘Mi condena’, un corto de ficción que toca los riesgos que enfrentan las personas queer al usar aplicaciones de citas. El film muestra cómo la violencia y el abuso siguen siendo una amenaza real y lanza una alerta sobre la importancia de la red de apoyo y la seguridad en las dinámicas urbanas.

Más recientemente, en 2024, estrenó ‘Mamá nunca salió’, en esta, Mario, un joven que acaba de perder a su madre, se enfrenta a la violencia de su padre. “Su única manera de sobrevivir emocionalmente es conectarse con el recuerdo materno cada vez que se viste con su ropa. Es una historia íntima que habla de identidad, duelo y resistencia”.

Además de sus obras, Isaac es actualmente el director creativo del Festival Internacional de Cine Diverso, una iniciativa que surgió en 2023 desde el colectivo Enfoque Diverso. A través de este espacio, se promueve el cine como herramienta de visibilidad, educación y reflexión. “El festival incluye proyecciones, talleres, foros, cine clubes y conversatorios en varias ciudades del país como Barranquilla, Bogotá, Cali y Medellín”.

Una vida dedicada a los derechos LGBTIQ+

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Cuando en Barranquilla comenzaron a cerrarse los espacios de esparcimiento libre para las personas LGBTIQ+, Shadya Marcela Ariza Flórez quien se autodenomina trasngénero, no se quedó quieta. Decidió actuar. En lugar de retirarse, eligió abrir caminos y levantar la voz por una comunidad históricamente marginada. Así inició una vida entera dedicada a la defensa de los derechos de las diversidades sexuales y de género.

En 2012, se unió a la Mesa LGBTI de la ciudad, un espacio de participación donde encontró que su verdadera vocación era el trabajo comunitario. Desde allí impulsó campañas de prevención del VIH en lugares de encuentro y socialización, y comenzó a gestar su liderazgo dentro de los procesos ciudadanos. “Gran parte de mi labor nace en ese momento. Salíamos con folletos, con palabras, con escucha. Éramos presencia en los sitios donde muchas veces se nos ignoraba”.

Hoy, más de una década después, Shadya es la persona encargada de articular los procesos de derechos humanos para personas LGBTIQ+ desde la Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Barranquilla. Aunque ya no representa a la Mesa como activista independiente, continúa trabajando estrechamente con ella en todos los espacios de ciudad y ciudadanía. “Desde el Estado también se puede hacer transformación. Y eso intento cada día”.

Sin embargo, el camino no ha sido fácil. En sus primeros años como mujer trans en Barranquilla, la exclusión y la falta de políticas claras la llevaron a tomar la decisión de mudarse a Bogotá. “Allí ya existía una política pública LGBTIQ+. Sentí que era más seguro hacer mi tránsito en esa ciudad”.

En 2013 se vinculó a la Fundación GAAT, con la que trabajó en el proyecto Transidentifiquémonos, trayendo por primera vez al Caribe la posibilidad de que las personas trans pudieran cambiar legalmente su nombre y el componente sexo en su cédula. “Fui la única costeña en ese equipo, y con mucho orgullo ayudé a construir el decreto 1227 de 2015 que hizo posible ese cambio en Colombia”, dice.

Aunque por varios años estuvo lejos físicamente de su ciudad natal, su conexión con Barranquilla nunca se rompió. Ha participado en ocho marchas del Orgullo, algunas desde la distancia, otras en primera línea. Su motivación nace del valor histórico de la ciudad: “Todas las manifestaciones políticas nacen desde el Carnaval Gay de los años 70. Desde ahí fuimos ganando espacios. Y en 2011 tuvimos nuestra primera marcha por los derechos”.

Yessica lleva 15 años de lucha

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Hace 15 años, cuando la primera marcha LGBTIQ+ se tomó las calles de Barranquilla, Yessica Mizar Vargas, no pasó desapercibida con un disfraz “extrambótico y llamativo”, como ella misma lo describe. No lo hizo por moda ni por espectáculo, sino por necesidad. “Quería hacerme ver ante una sociedad homofóbica, transfóbica y machista”.

Yessica, mujer trans de 41 años, ha sido una voz constante en la defensa de los derechos de la población diversa desde el año 2010, cuando decidió hacer parte de la Mesa LGBTI de Barranquilla. “Decidí entrar porque quería aprender a defender nuestros derechos, y lo logré. La Mesa es una articulación de líderes y organizaciones que luchamos juntos”.

Desde entonces no ha faltado a ninguna marcha. Ha visto crecer el movimiento, ha sentido cómo se abren algunos espacios, pero también ha sido testigo de que la discriminación no ha desaparecido. “Todavía falta mucho. Es increíble porque ya llevamos mucho tiempo, pero hay que seguir trabajando por nuestros derechos”.

En junio de 2011, un año después de esa noche inolvidable, Barranquilla celebró su primera marcha del Orgullo LGBTIQ+. Desde entonces, cada año ha salido a las calles para recordar que no todo fue fiesta y de 120 personas se han llegado a convocar a día de hoy más de 20 mil personas.

“Esta marcha es honrar a quienes abrieron el camino en tacones, en silencio, en Carnaval. Y a quienes, años después, con más organización pero la misma dignidad, decidieron que ya era hora de caminar sin miedo”.