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Hay experiencias en la vida que, aunque desgarradoras, pueden actuar como catalizadores de transformación personal. Esta es la historia de Natalia Ponce de León, quien ha convertido su dolor en un poderoso mensaje de resiliencia y esperanza.

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La bogotana se ha levantado de las cenizas de su tragedia, y estuvo en Barranquilla este martes 5 de noviembre en el marco del foro WW4W.

El 27 de marzo de 2014 marcó un antes y un después en su vida. Un día que comenzó como cualquier otro se tornó en una pesadilla cuando un desconocido le arrojó ácido sulfúrico, dejándola con graves quemaduras y una profunda herida en su alma.

Sin embargo, lejos de ser una víctima, Natalia eligió luchar, reconstruyendo no solo su cuerpo, sino también su identidad.

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“Vengo a compartirles un poco mi testimonio de vida, cómo salí adelante y cómo la vida renace todos los días”.

Orlando AmadorNatalia Ponce de León durante el foro WW4W en Barranquilla.

A través de la Fundación Natalia Ponce de León, ha canalizado su dolor en una misión de apoyo a otras víctimas de ataques similares. “En una situación, en una realidad que estaba en silencio, yo no soy la única víctima. Somos miles de mujeres quemadas en Colombia”.

Y es que entre 2011 y 2012, Colombia se convirtió en el primer país del mundo en reportar más ataques con agentes químicos por población, superando incluso a naciones como India y Pakistán.

Natalia comenzó su proceso de renacimiento en la unidad de quemados del hospital Simón Bolívar, donde pasó tres meses recibiendo atención especializada.

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“Es la unidad de quemados más grande que tenemos en Colombia, referente en Latinoamérica. Me salvaron la vida, es mi segundo hogar”, recuerda con gratitud.

Durante su recuperación, Natalia ha sido sometida a 40 cirugías reconstructivas, todas cubiertas por su EPS. Ella atribuye su recuperación a un equipo de profesionales, destacando al doctor Jorge Luis Gaviria, su cirujano y “ángel” en este proceso.

“Este trabajo no lo ha hecho solo él, ha sido un trabajo en equipo. Duele ver la situación, pero acá no es de criticar, sino de apoyarnos”.

Su experiencia la ha llevado a convertirse en una pionera en el uso de nuevas tecnologías para el tratamiento de quemaduras.

“He sido un ratón de laboratorio”, dice con humor, refiriéndose a los innovadores tratamientos que ha recibido, incluido el uso de una piel tratada en laboratorio creada por el cirujano Lipi Rajesh.

“Esta piel de cadáver, ahora disponible en Colombia gracias a la colaboración con el banco de tejidos y órganos de la Secretaría de Salud en Bogotá, representa un avance significativo en el tratamiento de quemaduras

Natalia fue la primera en utilizar una máscara transparente diseñada para acelerar la recuperación de los quemados, un tratamiento que introdujo en el país tras observar su efectividad en el extranjero.

Viaje emocional

Orlando AmadorNatalia Ponce de León durante el foro WW4W en Barranquilla.

Ella reconoce que ha tenido que confrontar emociones profundas como la rabia, el odio y la venganza tras su ataque. “Era natural sentir esas emociones, pero empezó mi renacer. La cura no está ni en los libros, ni en la farmacia de la esquina. La cura se llama aceptación y está en cada uno de nosotros”.

En su camino de diez años de transformación, Natalia ha aprendido que la constancia y la perseverancia son fundamentales.

“El que es constante y persevera la logra. Yo no he dejado de hacer nada de lo que los médicos me han dicho que haga”.

Es consciente de que a veces la vida pone pruebas que a veces parecen insuperables. “Me tocó aprender a parpadear nuevamente, algo que hacemos inconscientemente todos los días. El cuerpo tiene memoria, hay que ponerlo a funcionar”.

Su recuperación no fue fácil. Tras la agresión, Natalia se encontró en una lucha diaria por recuperar sus habilidades más básicas. “Me alimenté a punta de papilla, sopas, piti, todo por pitillo y cuchara de bebé porque perdí la apertura de mi boca”, recuerda.

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Sin embargo, su perseverancia y fuerza la llevaron a disfrutar nuevamente de las pequeñas cosas de la vida. “Con constancia y amor, volví a comerme una hamburguesa, volví a darme un beso”.

Para Natalia, el camino hacia la recuperación ha sido una lección de resiliencia y mentalidad positiva.

“Cuando uno se traza metas y sueños en la vida, y va tras esos sueños con constancia y perseverancia, uno la logra”.

Su experiencia le ha enseñado que el poder del pensamiento positivo es crucial: “Si uno es negativo en la vida, atraerá cosas negativas; si es positivo, atraerá cosas lindas y se le abrirán puertas”.

Natalia reconoce que la adversidad es una constante en la vida humana. “La vida está llena de adversidades, el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.

Aunque fue víctima de un ataque devastador, ella se niega a definirse como tal. “Aprendí a abrazar la adversidad y salir victoriosa, con un aprendizaje. El dolor viene a enseñarnos a crecer, a transformarnos, a evolucionar”.