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Como un fenómeno que crece a pasos agigantados, los trastornos alimenticios se han convertido en una problemática cotidiana de miles de hogares en el mundo.

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Dejar de comer, hacerlo de manera excesiva o provocar el vómito son algunas de las prácticas relacionadas con este tipo de desórdenes.

Aunque todas estas son enfermedades ya socializadas, continúan representando un gran reto no solo para quienes las padecen, sino también para los familiares y amigos de estos.

A pesar de que las cifras de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia indica que el 70 % de las mujeres latinas no está conforme con su cuerpo y el 60 % quiere adelgazar, la real problemática se traslada al considerable aumento de trastornos alimenticios en niños y adolescentes.

Según la última Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia, la autopercepción del peso corporal reveló que entre los 8.044 adolescentes que respondieron 36,4 % de los que están en delgadez por índice de masa muscular (IMC) se perciben en sobrepeso o normales.

Y del total de encuestados, el 6,7 % reportó realizar alguna conducta de riesgo para trastornos alimenticios, como ayunos autoimpuestos, consumir algún medicamento o producto para adelgazar, vomitar o laxarse.

De manera general el 9,3 % de los adolescentes reportó algún comportamiento de riesgo y, casi en igual proporción, 9,1 % de los adultos jóvenes lo tienen.

El 10 % de los adolescentes en peso normal respondieron que hacen dietas no indicadas médicamente ni necesarias. Respecto a los síntomas de tipo bulímico, en Colombia 6,8 % de los adolescentes varones manifiestan hacer atracones versus 5,4 % de las adolescentes mujeres.​