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Corría el año 1982, el cine de terror venía teniendo relevancia tanto en taquilla como por la calidad de las cintas.

En 1973 se había estrenado El Exorcista considerada para muchos como la mejor película de este género en la historia, la cual marcó un hito en ese tipo de cine.

Al año siguiente, 1974, La masacre de Texas y su asesino ‘Leatherface’ hicieron que todo aquel que la veía tuviera la zozobra de encontrarse en el camino con un asesino en serie.

En ese contexto de grandes títulos en el género y las audiencias acudiendo en masa a las salas de cine para tiritar de miedo, nació un proyecto de la mano de Steven Spielberg, uno de los directores más taquilleros y quien ya había dado su primer golpe en la mesa con Tiburón, y Tobe Hooper, director de La masacre de Texas.

La unión de estos dos cineastas dio pie a una de las películas más importantes en la historia del cine de terror: Poltergeist, que se estrenó en junio de 1982.

La película supuso un antes y un después, rápidamente se volvió un clásico, no solo por lo estético sino por los efectos especiales, luces, sonido y una atmósfera que adentraba al espectador al seno de la familia Freeling, compuesta por cinco integrantes: los padres, Diane y Steve, y sus tres hijos, Carol Anne, Robbie y Danna quienes vivían en un suburbio tranquilo de Los Ángeles, EE. UU.