Dormir placenteramente es un objetivo que muchas veces no se logra ya sea por trastornos que complican el descanso o por factores como la comodidad ya sea por una mal posición, un colchón muy flácido o muy tenso, o almohadas mal utilizadas también pueden estropear la siesta.
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Ese último artículo es muy importante porque para muchos representa la clave para un descanso reparador y no sentirse cansados a pesar de haber dormido las ocho horas en promedio recomendadas para un buen descanso físico y mental.
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Cambiarlas cada tanto es fundamental pues tenga en cuenta que las almohadas se deterioran con el tiempo y uso, dos factores que varían de acuerdo al material con las que están hechas. Además, “su interior es un ambiente perfecto para a acumulación de sudor, bacterias y ácaros que pueden causar alergias e infecciones”.
Recomendaciones para elegir una buena almohada
- Lea las etiquetas para que sepa el material del cual está hecha. Elíjalas hipoalergénicas. Si sufre de alergias, use una funda de tela suave y cremallera.
- Compruebe la cantidad de relleno de la almohada; cuanto más tenga, más firme será.
- Asegúrese de que las costuras sean resistentes para evitar que el relleno pueda escapar y su firmeza se vea mermada.
- Escoja una que mantenga su cabeza alineada con la columna vertebral mientras duerme para que los músculos ubicados a la altura del cuello y de la espalda no se tensionen.
- Tenga en cuenta el tamaño de su cama. Que no sobresalga de los lados.
- Cuando la almohada empieza a perder su forma o soporte, es el momento de comprar una nueva.
Pero no solo saber elegirlas es importante, saber cuándo comprar una nueva también es igual de primordial. Puede que haya elegido la mejor opción pero si esta se desgasta pierde su firmeza, se llena de ácaros y bacterias resultará riesgoso para su salud física y ni qué decir del sueño que no podrá conciliar muy fácil.
Los expertos recomiendan que para las almohadas de fibra el cambio se dé cada 6 meses, mientras que las viscoélasticas se pueden cambiar cada 3 años, así se puede evitar la propagación de bacterias y ácaros y puede cuidar su descanso.
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Sin embargo, el doctor Jaime Pizarro, experto entomólogo de la Universidad de La Serena, de Chile, recomienda a manera general cambiar las almohadas cada 1 o 2 años así se mantiene a raya, de nuevo, la acumulación de ácaros, polvo, humedad y bacterias.
“Usar fundas protectoras antiácaros y lavar regularmente las fundas de las almohadas puede ayudar a minimizar la proliferación de ácaros, pero eventualmente, cambiar la almohada es esencial para mantener una higiene adecuada”, indicó el experto del Laboratorio de Entomología Ecológica de la ULS a La Tercera.