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A sus 40 años Berta Ruiz Ayala pensaba en cualquier cosa menos en ser mamá nuevamente.

El embarazo fue una noticia que cambió su vida y la de su esposo quienes hace algunos años estaban intentando ser padres por segunda vez, pero no se daba. Su fe y su esmero fue tanto que lo que consideran actualmente un milagro de Dios les llegó por partida doble.

La felicidad de la pareja era evidente y las ganas de que los meses pasaran rápido para tener entre sus brazos a los gemelos que venían en camino eran grandes.

En la semana 16 recibieron una noticia que los golpeó drásticamente y que hizo que sus sueños se vieran amenazados.

Los pequeños fueron diagnosticados con síndrome de transfusión fetofetal. Esta patología, según el perinatólogo Miguel Parra, se da cuando un par de gemelos monocoriales (es decir, que comparten la misma placenta) tienen conexiones. En condiciones normales la sangre va de un bebé a otro, pero en esta condición 'va más sangre de un gemelo al otro'.

'Por eso notamos que un bebé es más grande que el otro. Cuando esto no se opera en útero, los bebés fallecen casi que en el 100% de las veces o el sobreviviente queda con una lesión neurológica permanente', explica el especialista.

Cuando Ruiz recibió esta explicación sintió que la corriente del infortunio la empezaba a dejar sin fuerzas. 

El especialista en el municipio de Chinú, en Córdoba, recomendó acudir a especialistas en Barranquilla para que valoraran de manera más profunda la evolución del síndrome.

'Nos remitieron a un cuarto nivel donde hicieron la valoración y nos confirmaron el diagnostico'.

El embarazo era de alto riesgo y el temor de perder a los gemelos era latente. Ya Berta había sufrido tres años antes la pérdida de un embarazo y no quería que la historia se repitiera.

En el vientre, uno de los bebés se estaba quedando sin líquido amniótico y el riesgo de que uno o los dos gemelos murieran, según cuenta Berta, era del 50%.