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'Si uno ama verdaderamente, el amor no tiene condición, uno quiere a la persona tal cual como le toca quererla en la vida, hay que aprender a vivir con lo que se tiene y con lo que la vida le da a uno'. Con estas palabras, Margarita Abello responde por qué decidió casarse con un hombre infectado con VIH.

El tono de voz de esta barranquillera es fuerte, seguro. Antes de indagarle sobre los temores que ha podido sentir por la situación de su esposo, ella deja claro que esa infección 'no es más que una condición médica'.

'Hemos vivido inmensamente felices con conocimiento de esta condición, que no es, en ningún momento, un impedimento moral ni algo de gravedad', expresa, orgullosa de quien ha sido su esposo por casi 20 años.

Transcurrían los días de febrero de 1996 cuando Margarita le dio el 'sí' al samario Juan Carlos Riascos. Antes de llegar al altar, un amigo le preguntó: '¿no te da miedo casarte con él?', y ella, con la madurez que ya había adquirido a sus 38 años, respondió: 'miedo me da casarme con el que no es, con una persona a la que no amo, que no sea mi alma gemela o con la que no tenga nada en común'.

'Un amor que renació'. El amor de Margarita y Juan Carlos nació en Miami, en sus días de universidad. Mantuvieron una relación de tres años y terminaron 'por circunstancias geográficas del destino': él viajó a Israel a hacer una maestría y ella, a Londres, también a estudiar.

Tiempo después Juan Carlos regresó a su natal Santa Marta y fue ahí donde conoció a su primera esposa, una samaria también llamada Margarita, pero de apellidos Monroy Vives. Con ella dio vida a su hija Luciana, justo al año de casados. Por esos días, Margarita bajó de peso considerablemente, presentó falta de apetito y mareos. Inicialmente, los síntomas fueron confundidos con el síndrome postparto, pero sus males tenían origen, realmente, en el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Era 1991, Juan Carlos tenía 32 años, su esposa, 26, y su hija, apenas 6 meses de nacida. Los tres ya estaban infectados y, lo peor, en ese momento el diagnóstico de VIH/Sida era una 'sentencia de muerte'.

'En estos casos de accidente, el ser humano busca culpables, pero nosotros decidimos pensar quién fue el responsable y, por mi experiencia sexual y mi recorrido por el mundo, yo asumí la responsabilidad como jefe de familia. 24 años después no sé si fui yo, pero dudo mucho de que haya sido ella', cuenta Juan Carlos.

Por más que buscaron ayuda en Bogotá y Estados Unidos, Margarita perdió su batalla contra el VIH, contrajo el Sida y murió en 1993. Los medicamentos AZT, que contrarrestaba el virus y para los que invertían unos mil dólares por cada frasco de 30 pastillas, surtieron efecto en Juan Carlos, pero no dieron los resultados esperados en Margarita.

Juan Carlos siguió sin síntoma alguno, pero su niña empezó a padecer infecciones derivadas del virus. La pequeña Luciana llegó al estadío (etapa) Sida y fue desahuciada por los médicos, para ella no existía tratamiento por su corta edad.