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Cuando cierra los ojos aún puede sentir la irritación y sequedad en la garganta, escucha el sonido desgarrador de sus propios gritos y vuelve a notar que su cuerpo se estremece ante el asco y el pavor que hoy, 35 años después, como una sombra perenne la persigue. 

Tenía 11 años, solo 11, cuando fue entregada en contra de su voluntad y a rastras a Hernán Giraldo, quien, para ese entonces (1986), organizaba las Autodefensas Campesinas de la Vertiente Nororiente de la Sierra Nevada de Santa Marta y tenía un dominio absoluto en la región. La víctima, que prefirió reservar su nombre por seguridad, fue violada durante una semana y en contadas ocasiones por el exparamilitar, y asegura no haber quedado en embarazo, como muchas otras, 'porque ni siquiera se había desarrollado'. 

'Yo era una niña completamente, lo único que hacía era jugar con otros niños, mi primera menstruación la tuve a los 12 años. Mis papás sabían lo que pasaba conmigo durante esa semana que estuve encerrada en la finca, pero no podían hacer nada porque todo el mundo sabía que él mataba a cualquiera que le dijera que no. En ese entonces, los padres escondían a sus niñas de la vista de ese señor, porque él se llevaba a quien quería y ninguno podía poner resistencia', contó a EL HERALDO la mujer que ahora tiene 46 años. 

Como ella, fueron más de 200 menores, según el registro de las autoridades, accedidas de forma carnal por Giraldo, muchas de ellas dieron a luz antes de cumplir la mayoría de edad. Se habla de medio centenar de hijos reconocidos por quien los registros determinan como el mayor depredador sexual en la historia de Colombia.

Según registros del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en su informe ‘¡Basta ya! Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad’, a veces era el mismo Giraldo quien elegía a las niñas, otras veces les pagaba a sus padres por ellas y en otras ocasiones eran los progenitores los que se las llevaban, como si fuera ese su destino, para obtener beneficios económicos. 'Se dice que a las niñas las ponían a hacer fila, o que el paramilitar le pedía a sus familias que las ‘cultivaran’ para ‘disfrutarlas’, o que les pagaba a ellas después de violarlas y drogarlas'.

Alejandro Blanco, historiador, investigador y doctor en ciencias políticas, en diálogo con EL HERALDO aseguró que según los registros históricos y los procesos de investigación social se presume que Giraldo no solo violó a cientos de mujeres y niñas, sino que además generó un circulo de violencia reproductiva con el fin de crear un ejército de hijos, para a través de estos mantener el dominio de la región, y estuvo muy cerca de lograrlo. A los mayores los enlistó en su lucha y ellos siguen manteniendo el ‘negocio familiar'.

Y es así como a través de Giraldo, que también era conocido como ‘Taladro’, ya que era su herramienta 'predilecta' a la hora de torturar, no solo se funda el paramilitarismo en la Sierra Nevada, que fue mutando con el tiempo hasta convertirse en el Bloque Resistencia Tayrona de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), sino que posterior a su desmovilización en el 2006 han pasado 12 estructuras criminales en la Sierra Nevada de Santa Marta, todas ligadas a hijos de Giraldo, en su orden: Grupo Especial, Águilas Negras, Los Mellizos, Bloque Cacique Arhuaco, Bloque Nevado, Los Paisas, Los Urabeños, la Oficina de Envigado, Los Rastrojos, La Oficina Caribe, La Silla y Los Pachenca.

Según registros no oficiales, actualmente, son 21 los hijos de Hernán Giraldo Serna los encargados de no dejar morir la sombra de horror que el apellido Giraldo causa en la Sierra Nevada de Santa Marta.

'Cuando empezamos a hurgar en el origen del paramilitarismo en la Costa, uno de los antecedentes es la bonanza marimbera, ahí fue donde Giraldo creó su dominio y liderazgo. Creó los grupos paramilitares en la zona y la mayoría de organizaciones de ese tipo que tuvieron repercusión en el Caribe tuvieron su centro de operación en la Sierra Nevada. Hoy las organizaciones delictivas del Magdalena son, por decirlo de una forma, un reciclaje de lo que fueron las AUC', ratifica Blanco.