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Que los exjefes de las Farc nieguen los crímenes que cometieron es algo que no debe causar sorpresa. Así ha sido toda la vida. Negaron el atentado al Club El Nogal de Bogotá, negaron el atentado al exministro Fernando Londoño Hoyos y han tenido la desfachatez de negar el reclutamiento de menores y sus vínculos con el narcotráfico. La lista de crímenes no reconocidos por las Farc es larga.

Pero que los antiguos jefes de las Farc reconozcan públicamente haber realizado un asesinato sobre el cual no existía ningún indicio en su contra si causa asombro. Y eso es precisamente lo que acaba de ocurrir con una carta que enviaron a la JEP en la que piden ser escuchadas para contar la verdad sobre el crimen del dirigente conservador. A dicha carta se sumaron las declaraciones de Rodrigo Londoño, alias Timochenko, excomandante de ese grupo guerrillero, quien expresó que la organización a la que perteneció es la 'única responsable' de la muerte de Gómez Hurtado. 'Dejen de buscar el ahogado aguas arriba. Álvaro Gómez merece descansar en paz'.

La acción criminal, ocurrida el 2 de noviembre de 1995, en Bogotá, habría sido realizada por Julián Gallo Cubillos, alias Carlos Lozada, actual senador de la República por el partido Farc y en aquel momento jefe de la Red Urbana Antonio Nariño (Ruan). La orden habría sido impartida directamente por Jorge Briceño, alias Mono Jojoy, entonces comandante del Bloque Oriental.

Conocidas las nuevas versiones, sería la primera vez en la historia que las Farc tendrían que probar no su inocencia, sino su culpabilidad en una acción criminal, puesto que es evidente que ante las revelaciones conocidas, tanto Timochenko como Lozada y compañía deberán demostrar más con pruebas que con palabras su participación en el magnicidio de Gómez Hurtado.

Sobre la muerte de Álvaro Gómez Hurtado se han tejido todo tipo de versiones, desde las más inverosímiles hasta las más creíbles. La que había tenido mayor solidez y consistencia hasta el momento es aquella según la cual a Gómez Hurtado lo mató un sector del Ejército, al que pertenecían uniformados activos y retirados, interesado en propinarle un golpe de Estado al entonces presidente Ernesto Samper. Al ser informado Gómez Hurtado –entonces el mayor opositor de Samper a través de las páginas editoriales del diario El Nuevo Siglo– y al oponerse a semejante disparate, entonces los 'conspiradores' habrían diseñado el plan para asesinarlo.

Aunque menos creíble que la anterior, también hizo carrera otra hipótesis según la cual la muerte de Gómez Hurtado habría sido ejecutada por narcotraficantes del Norte del Valle, encabezados por Hernando Gómez Bustamante, alias Rasguño, quienes habrían actuado instigados por Samper y miembros de su gobierno. En ese momento Samper vivía los peores momentos de su mandato por cuenta del proceso 8.000, que tuvo su origen en la financiación de su campaña presidencial por parte del cartel de Cali.

Pero la única hipótesis que jamás se ventiló fue la de que Gómez Hurtado habría sido asesinado por un comando urbano de las Farc, tal y como lo reconoció el propio Lozada. Una vez conocida la declaración del exjefe de las Farc han trascendido algunas versiones según las cuales ese macabro episodio era un secreto a voces dentro de la organización criminal.

Por tratarse de un reconocimiento de una acción criminal, como lo admiten en la carta enviada a la JEP, los exjefes de las Farc deberán probar su 'culpabilidad' en el magnicidio de Gómez Hurtado ante ese tribunal, creado para el juzgamiento de quienes tuvieron participación en el conflicto armado interno en las últimas décadas.

Si no logran probar su 'culpabilidad', o se demuestra que se trata de una estratagema para desviar la investigación o exculpar a los verdaderos culpables del magnicidio de Gómez Hurtado, entonces la JEP deberá liberar el proceso para que surta su trámite en la justicia ordinaria.

¿Por qué las Farc sacaron del armario uno de sus grandes secretos de guerra, como es el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado? ¿Qué hay detrás de esta confesión?