El liderazgo femenino y su transición del escenario privado al público enfrentan grandes desafíos. El papel de las mujeres en muchas culturas es de sometimiento y esto lo ratifican las estadísticas y noticias sobre violencias basadas en género, por ello, es importante saber nombrar dichas violencias y no normalizarlas, es decir, buscar formas de erradicarlas y no percibirlas como algo cotidiano que pasa y seguirá pasando.
Por esta razón, también es pertinente hablar de las mujeres más allá de las violencias, valorar su liderazgo, la resiliencia y la fuerza uterina propia de un género que históricamente no se ha rendido, ni se rendirá.
Son notorios los cambios de las mujeres como consecuencia del acceso a la educación, el avance en temas de género, y los diversos estímulos que estos les aportan y la motivan a transformar esquemas. Las concepciones femeninas que anteriormente estaban basadas exclusivamente en la reproducción se amplían a nuevos intereses desde la perspectiva de la garantía de derechos.
Bajo estas dinámicas cambiantes, existe una tendencia a la inclusión femenina en los diferentes sistemas sociales. Es pertinente afirmar que las nuevas generaciones de mujeres se perciben como fundamentales no sólo para roles de maternidad o familiares, sino desde aquellos donde desarrollan liderazgos académicos, políticos, sociales o culturales. Conciben su participación como transformadora de lo que ha venido marcando la verticalidad de la cultura masculina.