Una iniciativa que nació de las redes sociales, se cristalizó con la firma de un acuerdo de voluntades entre los alcaldes de Guamal, Osmer Díaz y San Sebastián Albenis Arévalo, en el Magdalena. Se trata de la recuperación de las ciénagas La Rinconada yTesca.
El acuerdo se materializó en el corregimiento de Ricaurte, Guamal, con asistencia de los presidentes de las juntas comunales y asociaciones de pescadores de las 13 poblaciones asentadas en la ribera.
Virtualmente participaron organismos estatales, ONGs, universidades y el grupo interdisciplinario de profesionales de la región. Allí se hizo la socialización del proyecto.
El compromiso es apoyar programas sociales y ambientales que ayuden a mitigar la debacle ecológica que se cierne sobre estas lagunas, conectadas por el caño El Arenal y unidas al Rio Magdalena - Brazo de Mompox, por el caño de Menchiquejo.
Gran interés
El proyecto ha despertado el entusiasmo en las más de 12 mil personas asentadas en el litoral, quienes con pesadumbre sostienen que 'las que eran despensas de todos, ya no dan ni para el sustento diario'.
'Malas prácticas de pesca, desecación de suelos para la ganadería, basuras, falta de sentido de pertenencia y poca conciencia ciudadana, son algunas de las causas de este deterioro', comentan.
La Universidad del Magdalena, Corpamag, el Sena y la Gobernación, escucharon este clamor popular y se sumaron a la causa.
En este sentido se procederá a la formulación del proyecto y se realizarán mesas de trabajo con participación comunitaria, para construir un camino hacia la recuperación, la preservación y el sostenimiento de estas 1,810 hectáreas de agua.
De ayer a hoy
Edgar Sierra, gestor ambiental de la región y uno de los promotores de la iniciativa, recordó que La Rinconada era una enorme despensa que, además de brindar seguridad alimentaria, generaba ingresos económicos.
Rememoró que tenía 8 años cuando su abuelo, bien temprano por la mañana, lo despertó y lo encaramó en una canoa, y mientras remaba con parsimonia, le daba consejos de curtido pescador.
'Cuando subieron la atarraya al bote, vi una montaña de bocachicos, sardinas, pacoras, moncholos, bagres y koronkoros... ¡había pescado por montón!', comentó.
Hoy, muchos años después, todo es diferente. 'La ciénaga somo arrastra miseria y llanto', precisó.