Los nativos de Minca, el tesoro natural de la Sierra Nevada de Santa Marta, no quiere convertirse en otra Taganga.
Así lo definen líderes de la población como Víctor Reátiga al referirse a la superpoblación de visitantes que a diario recibe este corregimiento de Santa Marta al que en temporada alta llegan al menos 1.000 visitantes por día, el mismo número que su población actual.
En concepto de Réatiga, para frenar esta problemática, que tiene al borde del caos ambiental al balenario, se requiere planificación urbanística y un plan de manejo y control que regule el acceso al balneario.
El caos se hace más visible durante los fines de semana, cuando el ‘río’ de gentes camina las escarpadas calles y en medio de apretujones, los bañistas intentan ‘disfrutar’ de las aguas del afluente.
Pero en Minca, atractiva porque está rodeada de granjas cafeteras, bosques, montañas, ríos, arroyos, cascadas y pozos, al decir del edil Víctor Riátiga, no quieren que este paraíso turístico se convierta en otra Taganga, hoy afectada por la ausencia de una específica política de Estado.
Y es que es poco o nada lo que la Institucionalidad hace por evitar el caos, por el contrario, lo que muestran es una permisividad para darle ‘tatequieto’ a las acciones irregulares que se cometen, una de ellas las construcciones levantadas al borde de los cuerpos de agua.
El ingreso sin control de turistas, en su mayoría extranjeros, constituye una gran preocupación para los nativos.