A 15 años de la masacre perpetrada por paramilitares en el pueblo palafito, sus habitantes intentan seguir con sus vidas pero aún tienen fresco el recuerdo del horror de un 22 de noviembre.
En Nueva Venecia aseguran que los niños aprenden a “bogar” canoas apenas logran sostenerse en pie. Esta hipérbole explica claramente la simbiosis que tienen con el agua: en ella consiguen el sustento, en ella se transportan, se comunican y comercian, y sobre ella tienen sus casas.
Pero por agua también llegaron hace 15 años los perpetradores del episodio más violento en los 168 años de historia del pueblo. Un 22 de noviembre, un día como hoy en 2000, entre 60 y 70 hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), llegaron en cinco lanchas al corregimiento en jurisdicción de Sitionuevo, Magdalena, y masacraron a 37 personas por ser supuestamente colaboradores de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, ELN. Sin embargo, la versión no oficial tasa la cifra por encima de las 70 víctimas, si se tienen en cuenta los cuerpos que nunca se hallaron porque posiblemente fueron arrojados a los caños.
Nueva Venecia o ‘el Morro’, como también se le conoce, es un pueblo palafito ubicado en la ciénaga de Pajarales, dentro del complejo lagunar más grande de Colombia: la Ciénaga Grande de Santa Marta, que tiene una extensión de 4.900 kilómetros cuadrados entre humedales marinos y costeros.