El exjuez anticorrupción Sergio Moro, emblema de la lucha contra la corrupción en Brasil y ministro clave del gobierno de Jair Bolsonaro, quedó en posición delicada después de las revelaciones de mensajes que muestran su presunta parcialidad en la condena del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Los mensajes filtrados hace una semana por el portal The Intercept Brasil, que podrían implicar maniobras entre los fiscales de la Operación Lava Jato, la mayor investigación anticorrupción del país, y el otrora juez y actual ministro de Justicia y Seguridad Pública para impedir que el exmandatario de izquierda vuelva al poder.
La Orden de Abogados de Brasil (OAB) recomendó la separación temporaria de las funciones de Moro y del fiscal Deltan Dallagnol, jefe de la fuerza tarea de Lava Jato.
Un magistrado de la corte suprema, Gilmar Mendes, comentó el pasado martes durante una audiencia que 'un juez no puede ser el jefe del equipo de investigación'.
Las revelaciones publicadas hasta ahora pueden haber desestabilizado a Moro, aunque no se ha escuchado que fuercen su renuncia.
Tras una reunión el pasado martes entre Bolsonaro y Moro, el portavoz presidencial dijo este miércoles que el mandatario 'sigue [el caso] con serenidad' y aseguró que 'todos los ministros' cuentan con su confianza.
The Intercept afirmó que tiene un arsenal mayor de filtraciones en su poder, aunque aún no ha hecho nuevas divulgaciones.
Moro vs Lula
La misión por la que Moro ganó su prestigio y notoriedad fue erradicar la corrupción de Brasil.
Como juez de primera instancia, lanzó en Curitiba (sur) la Operación Lava Jato, que desde 2014 ha puesto al descubierto una vasta red de sobornos pagados por constructoras a políticos para obtener contratos con Petrobras.
Las investigaciones desembocaron en la condena de decenas de políticos de prácticamente todo el arco parlamentario y de empresarios de primer plano.
Su mayor ‘trofeo’ fue Lula, encarcelado en Curitiba desde abril de 2018.
El líder histórico de la izquierda, de 73 años, fue condenado por Moro en julio de 2017 a 9 años y medio de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero. La sentencia fue reducida este año por un tribunal superior a 8 años y 10 meses.
Durante la campaña electoral del año pasado, Bolsonaro prometió que Lula 'se pudriría' en la cárcel.
Moro, al interrogar a Lula en mayo de 2017, le aseguró: 'Señor Presidente, quiero dejar claro que pese a algunas versiones, no existe de mi parte ninguna desavenencia personal con usted. El desenlace del juicio provendrá de las pruebas y de la ley'.
Moro finalmente lo declaró culpable de haberse beneficiado de un apartamento ofrecido por una constructora para obtener licitaciones en la petrolera estatal. El fundador del Partido de los Trabajadores (PT) siempre se declaró inocente y denunció una maquinación para impedir que la izquierda vuelva al poder.
'El juez Sergio Moro, rehén de los medios, estaba condenado a condenarme', declaró.
Para los abogados de Lula, las revelaciones de The Intercept Brasil refuerzan su convicción de que el exlíder sindical no tuvo un juicio imparcial.