La primera pregunta que se le vino a la cabeza a una buena parte de los representantes del sector cultural de Barranquilla una vez EL HERALDO publicó el nuevo cronograma para la restauración del teatro Amira de la Rosa fue si estarían vivos para verlo.
El interrogante cobra sentido teniendo en cuenta que este bien de interés cultural (BIC) –declarado así en 2006 por el Ministerio de Cultura– permanece cerrado desde el 27 de julio de 2016, cuando el Banco de la República decidió clausurarlo tras un estudio técnico integral que arrojó, entre otros aspectos, que “algunos de los componentes del inmueble estarían llegando al límite de su vida útil” y era altamente vulnerable.
Una decisión procedente en su momento y que condujo a que la Sociedad de Mejoras Públicas, propietaria del teatro, lo entregara en donación en 2018 al Banco para que pudiera hacer todas las intervenciones necesarias, y así mismo el Distrito donó dos terrenos aledaños con el mismo propósito.
Desde entonces, por unas y otras razones, la principal la pandemia –que frenó el plan para restaurar el inmueble–, se ha ralentizado todo el proceso de estudios, diseños y contratación de las obras que serán ejecutadas.
Ya se tiene el Plan Especial de Manejo y Protección que trazó la hoja de ruta para garantizar la restauración del icónico teatro barranquillero.
La aprobación del documento en septiembre de 2021 alentó las esperanzas de las autoridades distritales y de los gestores culturales que veían ahora sí muy cercana la posibilidad de que empezara cuanto antes la intervención del Amira para poder abrirlo nuevamente al público.
El pasado jueves el Banco informó que ya fueron preseleccionadas seis firmas interesadas en ejecutar los trabajos de restauración. Una excelente noticia, sin duda. Lo malo es que desde este punto hasta que se seleccione la firma escogida y se haga efectiva su contratación tendrá que correr mucha agua debajo del puente, como dice el refrán popular.
Y es que, según lo manifestó el Banrep, deben hacerse unas mesas técnicas durante todo este año con expertos y grupos focales para que compartan “su idea de lo que quieren ver” en el nuevo complejo, y luego en 2023 presentar los diseños al Ministerio de Cultura para su aprobación por ser un BIC.
A partir de allí se calculan dos años de obras, por lo que solo hasta 2027 se estima que estaría abriendo sus puertas el Amira de la Rosa.
Una “eternidad”, consideraron algunos representantes del mundo cultural de Barranquilla consultados por EL HERALDO.
Algo tendrá que poder hacerse, con voluntad y convicción, para que Barranquilla no tenga que pasar diez años sin su más representativo ícono cultural que ha albergado tantos eventos importantes y estrellas de la música, el teatro y las artes en general.
Como lo manifestó el alcalde Jaime Pumarejo en su cuenta de Twiiter el viernes, el Banco de la República es un gran aliado y seguro “podrán adelantarse los tiempos y poner el teatro a funcionar mucho antes del 2027”.
¡Se puede!, y como barranquilleros confiamos en que será posible, porque así debe ser. La cultura de Barranquilla lo necesita y con urgencia. Una década sería demasiado tiempo de orfandad de un lugar tan cargado de simbolismo e historia para la ciudad. La ministra de Cultura, Angélica Mayolo, también dio su empujón, advirtiendo que una vez se presenten los diseños la aprobación no debería tardar más de 60 días hábiles. Que todos los equipos empiecen a andar para lograr anticipar todos los tiempos.