El drama de los migrantes venezolanos que regresan a su país, en medio de la crisis sanitaria y económica desatada por el coronavirus, merece la atención del mundo. La comunidad internacional no se puede seguir quedando al margen de esta tragedia humanitaria que adquirió una nueva dimensión debido a la pandemia, que aumentó los riesgos para ellos.
Hoy se realiza la Conferencia Internacional de Donantes en respaldo a esta población vulnerable, convocada por la Unión Europea y España, en seguimiento a la cumbre que se llevó a cabo en octubre de 2019 en Bélgica. Colombia debe liderar un llamado solidario, de carácter urgente, para que se movilicen recursos de cooperación destinados a fortalecer el Plan Regional para la Respuesta a Refugiados y Migrantes 2020. En este momento de enorme complejidad se requieren acciones de fondo para brindar atención oportuna y efectiva a los ciudadanos venezolanos que han decidido emprender camino de vuelta, recorriendo toda Sudamérica para ingresar por las zonas fronterizas del país.
Todas las crisis de migrantes y refugiados son de proporciones incalculables, absolutamente dolorosas porque reflejan el mayor sufrimiento humano, y requieren ayuda inmediata. Históricamente los países más ricos del mundo han financiado proyectos de cooperación al desarrollo, y han sido generosos en Cumbres de Donantes. Sin embargo, la respuesta de la comunidad internacional, frente a la atención de la migración proveniente de Venezuela, ha sido tibia. Antes del inicio de la pandemia, el Plan Regional ya afrontaba serios problemas de financiación. Del monto inicial de USD$1.407 millones, acordado por los países receptores con los donantes, apenas se había recaudado el 4,4% de los recursos para la región, USD$61,6 millones, y 4% del monto solicitado para Colombia, USD$ 31,4 millones.
Es un hecho inobjetable que la pandemia afecta las economías del mundo, que afrontará la peor contracción de los últimos 90 años, superior a -3,2% a nivel global y a -5,3% para América Latina, según el FMI y la CEPAL. Pero, el segundo fenómeno migratorio forzado más grande del planeta, después del éxodo sirio, demanda un esfuerzo adicional de la comunidad internacional que debe comprometerse, con hechos y no solo con discursos grandilocuentes, a incrementar su apoyo a este Plan Regional diseñado para beneficiar a cerca de 5 millones de personas en 17 países.
Por física hambre y necesidad en Colombia y en el resto de naciones de la región, donde ya no encuentran trabajo debido a la emergencia sanitaria, los migrantes venezolanos emprenden este amargo retorno plagado de mayores amenazas por cuenta del virus y de estafadores que les ofrecen fraudulentos planes de vuelta. Grupos muy numerosos se amontonan en improvisados campamentos, mientras claman por ayuda para desplazarse. Quienes logran cruzar la frontera, deben permanecer en cuarentena por decisión del Gobierno de Nicolás Maduro, que llegó a acusar al presidente Iván Duque de un plan para contagiar a los migrantes que regresan al país.
Cuando la economía colombiana mejore, los venezolanos volverán y hay que estar preparados para ser capaces de responder a sus inaplazables necesidades humanitarias.