En una ciudad que crece y se sigue modernizando, hay lugares que no se deben mover ni un centímetro, porque sus paredes encierran la esencia de lo que somos. La Cueva, ese icónico bar y restaurante ubicado en la localidad Norte-Centro Histórico de Barranquilla, es uno de esos lugares.

Pocos sitios pueden presumir en Colombia (y quizás en América Latina) de haber sido testigo del nacimiento de un grupo de intelectuales que cambió la forma de narrar, de pintar y de pensar el Caribe.

Aquel sitio que en 1954 comenzó como una tienda de barrio llamada ‘El Vaivén’, terminó convirtiéndose en el epicentro de tertulias legendarias del Grupo de Barranquilla, en las que Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Alejandro Obregón, Cecilia Porras, Orlando Rivera ‘Figurita’, entre otros, le daban rienda suelta al pensamiento, al arte y a la bohemia.

No era un club, ni mucho menos una institución, simplemente era una esquina para hablar del mundo mientras se disfrutaban de unos tragos de licor y cigarrillos.

En 2024 La Cueva celebró 20 años de haber sido rescatada por el fallecido gestor cultural Heriberto Fiorillo, desde entonces se reabrió como restaurante-bar y centro cultural. Justo un año después del festejo de esas dos décadas, la noticia que nos llega no es precisamente festiva, pues esta esquina currambera enfrenta un déficit financiero que ha obligado a su junta directiva a repensar su sostenibilidad.

Pero como toda crisis, esta también trae consigo una oportunidad. No será un cierre, sino una transformación, tal como lo publicamos este miércoles 25 de junio en nuestra sección de Sociedad, bajo el título “La Cueva se mantiene, pero ahora como centro cultural”. La nueva etapa fue anunciada por el presidente del Consejo Directivo de la Fundación La Cueva, Hernán Maestre.

A partir de ahora, el restaurante y bar solo funcionará con reservas previas, enfocadas en experiencias grupales. El enfoque principal será el fortalecimiento de su vocación como espacio patrimonial, artístico y literario, con una programación más activa. Se potencializarán los recorridos guiados, las cenas temáticas, los lanzamientos literarios, las exposiciones, los conciertos y eventos privados. Incluso se contempla volver a sus raíces: convertirla en un café tertuliadero, donde la palabra y la creación vuelvan a ser el eje central.

Esa decisión implica entender que los tiempos cambian, pero que la esencia no se negocia. Como bien lo dijo Hernán Maestre: “la ciudad cambió, y La Cueva también”, argumentando que hoy Barranquilla se ha expandido hacia el norte, donde abundan bares, restaurantes y centros comerciales. Llevar a la gente de vuelta al centro histórico es un desafío real, pero también es un reto interesante porque si la ciudad olvida su centro, se desconecta de sus raíces.

Lo que propone La Cueva es una apuesta por su propia esencia: volver a hacer de este lugar un epicentro de cultura viva, algo que ningún bar moderno puede replicar, porque ahí, en sus paredes están colgadas obras pintadas por Obregón, Cecilia Porras y Orlando Rivera ‘Figurita’, y también se escucha el eco de las voces del único Nobel de Literatura colombiano.

Pero, como sucede con todo lo valioso, mantenerla viva no es tarea de unos pocos, es responsabilidad compartida. Y desde esta casa editorial hacemos un llamado urgente: la cultura necesita respaldo, visión e inversión. Las autoridades locales y los empresarios deben mirar más allá del retorno inmediato y entender que apostarle a la cultura es construir ciudad y también sembrar identidad.

No es una utopía, ya lo hemos visto con otros proyectos como Barranquijazz Festival, por ejemplo, que ha brillado durante 28 ediciones gracias al esfuerzo titánico de personas como Samuel Minski, pero este año, por falta de patrocinio, no se llevará a cabo.

La alerta está encendida, no podemos seguir permitiendo que la cultura sobreviva con lo mínimo, mientras se invierte en espectáculos de corta duración y en luces que deslumbran, pero no iluminan.

La Cueva es un símbolo de ciudad, no dejemos que esta esquina barranquillera permanezca a oscuras. La Cueva necesita aliados para volver a ver la luz.