Lo más seguro que tenían los habitantes de la Mojana era que cuando las lluvias empezaran a bañar los territorios al interior del país ellos volverían a padecer con las inundaciones y así ha sido.
Desde la Semana Santa las aguas del río Cauca que se filtran por el boquete que persiste en Cara ‘e gato, jurisdicción de San Jacinto del Cauca (Bolívar), los han estado afectando, al punto que muchos han tenido que desplazarse a zonas secas de la misma región y de otras en busca de tierra firme que no ponga en riesgo sus vidas.
Son familias enteras que están próximas a cumplir 4 años de estar afectadas por la grave ola invernal que tuvo su punto más álgido la noche del 27 de agosto de 2021, cuando el río rompió por Cara ‘e gato y desde entonces el único y generalizado pedido de los mojaneros que habitan 11 municipios de los departamentos de Antioquia, Córdoba, Sucre y Bolívar es que cierren ese hueco que está en más de 60 metros de amplitud y en estos momentos su profundidad alcanza los 30 metros, pero que llegó a estar en 5 en la época de sequía y eso no fue aprovechado por el Gobierno nacional para cerrarlo.
El querer, la voluntad y los esfuerzos propios de estas comunidades campesinas dedicadas en un alto porcentaje a cultivar la tierra y a pescar no les ha alcanzado para el anhelado cierre. Rifas, colectas y construcción de hexápodos (estrellas de concreto) hacen parte de las acciones que desde las juntas de acción comunal (JAC) se ejecutan en estos momentos para lograr el cierre que el Gobierno nacional no les ha querido hacer.
Las inversiones en obras en esta zona son millonarias, pero ninguna en el último año ha estado encaminada al cierre del boquete porque el director de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd) Carlos Carrillo Arenas, al igual que otros que lo han antecedido, son del criterio de que esa no es la solución, lo que los mojaneros – conocedores de su territorio– desmienten y señalan que lo que ha existido es una real falta de voluntad política.
Los escándalos de corrupción al interior de la Ungrd también impactaron de forma negativa a la Mojana porque Carrillo les puso freno a los contratos que había firmado su antecesor, el condenado Olmedo López, y entre esos cayó el del Consorcio RCG que ejecutaba las obras de cierre del boquete, pero que una fuerte corriente el 5 de mayo de 2024 derribó una parte de esa muralla y desde entonces paralizaron las obras.
Cerca de estas iniciaron hace un mes unas nuevas contratadas por Carrillo, pero no buscan el cierre del boquete, sino desviar las corrientes del Cauca hacia el canal de La Esperanza, por lo que los mojaneros dicen estar condenados por voluntad del “Gobierno del Cambio” a permanecer inundados.
Son muchas las necesidades que afrontan, en especial haber perdido sus casas y no tener cómo producir para sus sustentos, pero a pesar de eso sus pedidos no se centran en alimentos y menos en dinero, sino en el cierre de Cara ‘e gato. Para ellos eso es lo único que les produce tranquilidad para salir adelante por sus propios medios. De esto da fe Darinel Regino, un habitante de Nueva Esperanza, población del municipio de Guaranda, que es camino obligado, por tierra, para llegar hasta donde está el tan mencionado boquete de Cara ‘e gato que los ha estado trasnochando por 3 años y 9 meses.
Los impactos de esta nueva arremetida del río Cauca, que está en alerta roja, al igual que el San Jorge, que también rodea gran parte de este territorio y que ha hecho desbordar los caños, son de una gran magnitud porque las aguas han llegado a territorios que nunca antes se habían inundado, lo que advierte que el número de damnificados será mayor porque las cifras aumentan al tiempo que lo hacen las corrientes de agua que tienden a crecer si EPM abre las compuertas de Hidroituango como lo ha hecho saber.
Este panorama es muy desalentador para la Mojana y sus habitantes. Las grandes extensiones de cultivos de arroz, melón y patilla ya se ahogaron, las clases en los colegios están suspendidas y las lluvias están a la orden del día. Las orillas de la principal vía de acceso a la Mojana, que es una carretera asfaltada, ya están nuevamente tapizadas con cambuches y no hay solución a la vista, o por lo menos voluntad del Gobierno nacional en ayudarles.
Sus pobladores, al menos en el territorio de Sucre, son conscientes de que así como llegan las inundaciones en cada ola invernal, algunas con más intensidad, también van a llegar en los próximos días los políticos a buscar votos, pero desde ya les dicen: “Acá no hay nada. Esta vez los vamos a castigar en las urnas. Creímos en un cambio que terminó fue perjudicándonos”. Con esto hacen alusión a que el programa de ollas comunitarias, comida caliente, lejos de ser una ayuda fue un perjuicio, porque los operadores que buscó el Gobierno terminaron arruinando las tiendas de las veredas donde hicieron créditos y no pagaron. Una crisis sin fin a la que no se le buscan soluciones, sino más complicaciones.