El pasado 31 de marzo finalizó el primer plazo del Distrito de Barranquilla para acceder a los descuentos por pronto pago de los impuestos y el balance del primer trimestre no pudo ser mejor para la Administración distrital, que a través de su Gerencia de Gestión de Ingresos reportó un incremento del 18 por ciento en el recaudo al cierre del primer trimestre en comparación con el mismo periodo del año anterior.

En los tres primeros meses del año en Barranquilla los contribuyentes pagaron en tributos un total de 761.040 millones de pesos, es decir, 118.565 millones de pesos más que lo ingresado a las arcas de la Alcaldía en el mismo trimestre del 2024.

En el caso del impuesto predial, el recaudo a corte del 31 de marzo creció un 12 por ciento, al pasar de 372.071 millones de pesos en ese lapso de 2024 a 418.316 millones de pesos en esta vigencia.

Y por el lado del impuesto de industria y comercio el crecimiento en el recaudo fue altamente significativo, equivalente a un 27 por ciento más de lo que el Distrito logró recaudar el año pasado, al pasar de 270.404 millones de pesos a 342.725 millones de pesos.

Sumados los dos gravámenes, al erario de la ciudad en lo que corresponde a ingresos propios llegaron recursos adicionales por un valor total de 118.566 millones de pesos, lo que seguramente deberá permitirle a la Alcaldía, en cabeza de Alejandro Char, no bajar la guardia en la ejecución de su plan de desarrollo.

Sin ponerle mayor ciencia al análisis ni tirar mucho lápiz, cualquiera se preguntaría por qué si al país le va mal en el recaudo de sus impuestos a Barranquilla pareciera irle de maravilla, o al menos eso dicen sus números pero también las obras que están presentes y que avanzan en distintos sectores de la ciudad.

La respuesta que se viene a la mente puede parecer simple, pero tiene todo el sentido. Existe confianza en el uso de los impuestos y cómo se refleja en los avances que la capital del Atlántico ha tenido en diversos frentes relacionados con espacio público, desarrollo de infraestructura, educación, salud y programas sociales .

De hecho el mandatario distrital ha enfatizado y lo hace cada vez que tiene la oportunidad en el hecho de que a diferencia de otras capitales y municipios de Colombia en Barranquilla la confianza tributaria se ha consolidado y por ello ha sido posible el desarrollo de más proyectos de impacto como el Malecón de Rebolo, los comedores comunitarios, los programas de subsidios para compra de vivienda y mejoramiento de otras y los programas de formación para el trabajo en la población joven y la atención e inclusión de población en condición de discapacidad.

Más allá de las crisis económicas y políticas, que nunca faltan en el ejercicio de la función pública, el ciudadano debe tener garantizado que el esfuerzo de su contribución se verá reflejado en el bienestar propio y de sus vecinos. Debe tener garantizado que el dinero que paga y con el que contribuye para el presupuesto de obras de su ciudad, departamento o país, se traducirá en obras bien hechas, que cumplan con su propósito y que sean sostenibles en el tiempo por su calidad y pertinencia.

Nunca será fácil meterse la mano al bolsillo para cumplir con las obligaciones tributarias, pero lo que sí es fácil y debería ser la regla y no la excepción es que los contribuyentes puedan pagar con gusto sus impuestos y con la certeza de que sus aportes serán bien utilizados y destinados a satisfacer las necesidades de la gente, más allá de evitar una multa o una sanción contemplada en una norma jurídica.

Pero eso siempre dependerá de los mandatarios y funcionarios de turno, aquellos que se eligen con el compromiso de velar por garantizar los derechos de sus gobernados y no solo de sus electores. Así las cosas, siempre será una buena noticia que Barranquilla, en sus 212 años, tenga la posibilidad de contar con frentes de trabajo abiertos en distintos sectores como el de vías y transporte, renovación urbana, transición energética, cultura, educación, vivienda, turismo, medio ambiente y sostenibilidad. ¡No se puede bajar la vara!