Este domingo 14 de julio, pase lo que pase y no importa cuál sea el resultado, quedará en la memoria de los millones de colombianos dentro y fuera del país que vibraron y palpitaron con un solo corazón la final de la Copa América 2024. Es un día para celebrar, para reír, para recordar que si hay algo que nos une como país es la selección Colombia, que esta noche representará con orgullo los colores del tricolor nacional, sabiendo la gran responsabilidad deportiva que llevan sobre sus hombros, pero con el respaldo y el aplauso de pie por todo lo hecho hasta este momento.

Y es que no es para menos. El combinado patrio completará los seis partidos que llevan a levantar el trofeo del torneo continental y el más antiguo del mundo. Incluido el partido de la semifinal con Uruguay, completa un total de 28 partidos invicto, 22 de ellos con triunfos y seis empates.

Un récord que tiene el respeto y la admiración de los rivales que ha ido derribando y dejando en el camino: Paraguay, Costa Rica y Brasil, en la ronda de grupos; Panamá, en cuartos de final; y el conjunto charrúa, en la semifinal.

Espera Argentina, vigente campeona del mundo y de la última edición de la Copa América, con el mejor jugador del mundo como su capitán, Leo Messi, y con un once estelar de jugadores que militan en las mejores ligas del planeta.

Pero Colombia tiene lo suyo. Está comandado por un James Rodríguez que vive su segunda juventud con más calidad, pero sobre todo con mucha más madurez y liderazgo. Una zaga en la que los defensas y laterales, Dávinson Sánchez, Carlos Cuesta, Johan Mojica y seguramente Santiago Arias —Daniel Muñoz no podrá jugar por su expulsión—, se combaten como leones y defienden el arco que custodia Camilo Vargas. Un medio campo de futbolistas con una calidad y una fortaleza inmejorable que también suman goles, como Richard Ríos y Jefferson Lerma, que nutren y acompañan con su juego la monumental zurda de nuestro ‘10’. Y en punta, los laterales que mueven las defensas contrarias y que junto al delantero John Córdoba buscan por las bandas y también por el centro el arco contrario, Luis Díaz y Jhon Arias.

Talento sobra. Amor por la camiseta, no cabe la menor duda. Pasión por su país, eso se nota. Hay hambre de gloria, pero sobre todo hay unidad, armonía. Esta selección es y se comporta como un equipo, en el que su técnico, el argentino Néstor Lorenzo, quien llegó tal vez con pocos pergaminos y sin hacer mucho escándalo, fue engranando poco a poco las piezas y fortaleciendo el trabajo que hoy da frutos y es reconocido en toda América y también fuera del continente.

La final de la Copa América que tiene soñando a todo el país tiene una gran relevancia y prestigio deportivo, pero para una nación en la que todo nos divide se trata de una oportunidad de abandonar cualquier discrepancia o diferencia y empujar y alentar con las mejores energías para volver a levantar el trofeo del certamen.

Pero además para disfrutar con orgullo del talento colombiano que se apoderará del terreno de juego en Miami, ese donde ‘el Niño de Barranquilla’, Edgar Rentería, conectó el hit que le dio a los Marlins de la Florida la Serie Mundial de Béisbol en 1997. La megaestrella barranquillera Shakira, al mejor estilo del Super Bowl, se presentará en el entretiempo, quizás con algunas sorpresas, según se ha rumorado.

Nos aprestamos para vivir una verdadera fiesta, ojalá en paz, sin riñas ni grescas en el estadio, ni en las diferentes concentraciones y lugares donde la gente se reunirá para disfrutar el espectáculo deportivo.

Colombia tiene tanto por agradecerle a la selección y a su juego. Gracias a ella y la fiebre que ha despertado entre los colombianos, la economía ha tenido un respiro y el comercio reporta un incremento en las ventas producto de su exitosa participación. Ya nos ha dado demasiado. Solo falta el último paso para la gloria continental.

Así que a ponerse la camiseta, a celebrar que Colombia es finalista y —¿por qué no?— a soñar con que este lunes despertaremos con la Copa América 2024 en casa.