La imagen de cuatro camionetas blindadas saliendo de la cárcel La Picota de Bogotá, escoltadas por motorizados de la Policía, fue la primera que se vio ya con el conocimiento de que en uno de esos vehículos rodaba el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso tras lograr salir de prisión con libertad condicional y después de presionar, a través de sus abogados con distintos recursos, entre ellos un habeas corpus, que el Inpec diera cumplimiento a la orden de un juez del Tribunal de Justicia y Paz –jurisdicción creada para el proceso de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia–.

La trascendental y polémica decisión llegó precedida de una inusual colisión de competencias que se propició en el sistema de justicia transicional por cuenta del nombramiento del sanguinario ex comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia como gestor de paz por parte del presidente Petro en julio de 2023.

Luego con la aceptación de Mancuso en la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, organismo judicial creado en virtud del acuerdo de paz suscrito con las extintas Farc en 2016, en noviembre del año pasado. En ese momento la JEP lo aceptó de manera excepcional en su rol de “bisagra” con la fuerza pública por su “capacidad de establecer patrones de macrocriminalidad”.

Desde 2018 el cordobés comenzó a buscar su sometimiento a la jurisdicción, pero solo cinco años después logró su objetivo y en marzo de este año ese tribunal de paz determinó, tras una apelación de los apoderados de Mancuso, asumir de manera preferente las decisiones relacionadas con su libertad y los beneficios que solicitase.

Es entonces cuando comienza el choque de competencias de Justicia y Paz y de la JEP, por lo que finalmente será la Corte Constitucional quien tendrá que determinar cuál de los dos sistemas transicionales debería tener la última palabra en relación con los pendientes judiciales del exjefe paramilitar.

El tema es que sin que haya mediado la sentencia del alto tribunal constitucional, Justicia y Paz le concedió la libertad.

Notificado el Inpec, el organismo carcelario se procedió a notificar a 31 despachos judiciales para descartar nuevas medidas de aseguramiento y este miércoles 10 de julio Salvatore Mancuso salió de prisión después de 18 años de permanecer encerrado, la mayoría de ellos en Estados Unidos, a donde fue extraditado en 2008, y de donde lo regresaron deportado en febrero de 2024.

Libre, protegido y con el rol de gestor de paz, el ex comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia, que carga sobre sus espaldas un historial de más de 4 mil crímenes que dejaron más de 6.500 víctimas, dio su primera declaración en libertad condicional este jueves a los medios de comunicación, en la que señaló que salía por pena cumplida y no por la designación que en el marco de la llamada paz total le hizo el presidente Gustavo Petro.

Claro que el arrepentimiento y el perdón son fundamentales en la resolución de conflictos y en la búsqueda de la paz, pero no le pueden pedir a quienes sufrieron la brutal y despiadada violencia paramilitar que ignoren el dolor y la repulsión que les produce ver libre y con plenas garantías de protección al personaje que destruyó sus vidas con sus órdenes y con sus incursiones y masacres, mientras que muchos de ellos siguen en riesgo por reclamar verdad y justicia.

Las víctimas están en todo su derecho, y también el país que no está de acuerdo con el papel que ahora pretende asumir Mancuso, de rechazar y expresar su dolor, su miedo, su incredulidad sobre una verdad definitiva y absoluta.

Hará más que falta posar con nobleza, incluso con lágrimas, para que el país pueda entender cuál será el papel que de verdad jugará Salvatore Mancuso en la paz total, vale decir, hasta ahora inexistente. En curso están procesos que no avanzan, diálogos sin frutos, ceses al fuego que no se cumplen, más y más grupos criminales que cada vez ganan más terreno y expanden su accionar criminal arrinconando a las comunidades.

¿Cuál es el verdadero propósito de ofender a las víctimas nombrando como gestor de paz a Mancuso? ¿Sobre qué grupo criminal tendrá poder para incidir? ¿Su libertad terminará por resquebrajar los sistemas de justicia transicional? ¿Podrá hacer algo Mancuso por la paz de Colombia? En el curso verá el país para qué fue todo esto y de qué sirvió.