Así como en el fútbol o en cualquier deporte de conjunto, la continuidad y el trabajo en equipo son factores clave para la consecución de resultados o victorias, de igual forma se puede aplicar la analogía en la política y especialmente en la gestión pública. Cuando hay un liderazgo positivo, el líder o el responsable debe tener la visión para rodearse de los mejores elementos que aporten a la construcción y ejecución colectiva de un proyecto político desde el principio. Si escoge a los escuderos adecuados, seguramente el plan llegará a buen término y los resultados serán evidentes, pues ese líder podrá delegar con absoluta confianza la línea de acción que marcará el rumbo del proyecto que trazó, en este caso, para su periodo de gobierno.

Que los ministros son fusibles en un gobierno no cabe la menor duda, pero lo que sí no es normal o habitual es que en un mismo mandato, a la mitad de sus días, acumule tres remezones de gabinete. Y eso es lo que hasta ahora suma el Gobierno del Cambio del presidente Gustavo Petro.

En 22 meses al frente de los destinos del país, el presidente Petro ha ordenado 17 cambios de ministros en tres momentos, incluidos los más recientes de los dos últimos días: el de Luis Fernando Velasco en el Ministerio del Interior –todavía no se conoce al sucesor– y el de Néstor Osuna en el Ministerio de Justicia, donde ya confirmó que su reemplazo será Ángela María Buitrago, quien estuvo recientemente ternada para ser fiscal General de la Nación. Se especula que esta semana se conocerán más cambios.

En el caso de la cartera de justicia es la primera modificación que ordena el jefe de Estado, y en el caso de la cartera política se trata de la tercera que hace el mandatario. Allí ya estuvo Alfonso Prada, hoy embajador en Francia, y ahora se va Velasco, quien justamente, en entrevista concedida a EL HERALDO en su visita a Barranquilla el pasado jueves, aseguró que “al Gobierno le iría mucho mejor si la gente trabajara más en equipo”. Una manera políticamente correcta de decir que en el Ejecutivo cada quien rema para su propio lado y el fuego amigo está implosionando el Pacto Histórico que, para ser realistas, de pacto poco y de contienda y división mucho. Cosa que al final termina haciéndole mucho daño no solo al proyecto político que tiene un reto enorme, sino al país que depende de las decisiones de un equipo de gobierno que no está actuando como tal, sino que pareciera depender de un liderazgo autocrático que solo parece utilizar un canal de comunicación y que no es precisamente de doble vía.

Los ministerios campeones en cambios iban siendo Deporte y Cultura. Por el primero pasaron María Isabel Urrutia, que salió por denuncias de irregularidades en la contratación, y Astrid Rodríguez, quien por omisión hizo que se perdieran los Juegos Panamericanos 2027 para Barranquilla, y ahora está en manos de Luz Cristina López, de muy bajo perfil. En el segundo Patricia Ariza tuvo un breve paso, luego estuvo encargado por varios meses Jorge Zorro y ahora está Juan David Correa. A esta lista ahora se suma el Ministerio del Interior que se apresta para su tercer ministro en menos de 2 años del gobierno Petro.

A la fecha solo sobreviven en sus cargos desde el inicio de este gobierno los ministros de Trabajo, Gloria Inéz Ramírez; Defensa, Iván Velásquez; Vivienda, Catalina Velasco; Ambiente, Susana Muhamad; e Igualdad, Francia Márquez. Si es por resultados, casi todos tienen muy poca ejecutoria para mostrar. Los grupos armados tienen cercadas por la violencia amplias zonas del país, la construcción de viviendas sigue en caída libre, el Ministerio del Trabajo está en huelga y se logró aprobar una reforma pensional demandada por vicios de trámite, en tanto que el Ministerio de la Igualdad no despega y ni siquiera ha podido terminar de conformarse.

Se vienen al menos cinco cambios más según lo que se especula y la pregunta que salta es cómo puede ser posible implementar políticas públicas sostenidas y desarrollar un proyecto de país con la inestabilidad institucional que existe en el Gobierno. A diferencia del fútbol, en este caso el DT no está asumiendo ninguna responsabilidad, las culpas las están cargando solo los jugadores y el partido sigue perdiéndose, sin posibilidad de anotar goles, porque el DT parece estar viendo otro partido distinto al que se está jugando en la cancha que tiene enfrente. El país necesita que lo gobiernen los 90 minutos que dura el partido, o mejor, los 4 años para los cuales se hizo elegir el hoy mandatario de los colombianos.