Como se esperaba, el período legislativo 2023-2024 terminó lleno de tropiezos y con una gran polarización en el Congreso de la República, marcado por las tretas y estrategias que de lado y lado, oficialismo y oposición, implementaron para poder cumplir sus propósitos en el trámite de los grandes proyectos y debates que se surtieron tanto en Senado como en Cámara.
Pero lo que sí quedó claro, incluso reconocido por el propio Gobierno, representado por el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, es que, contrario a lo que todo el tiempo vociferó el presidente Gustavo Petro en cada discurso y acto público, así como en su movida cuenta de la red social X, es que ni hubo golpe blando ni bloqueo institucional por parte de los congresistas.
Para la muestra el propio balance hecho por Velasco, en el que destacó la aprobación de cerca de 20 leyes, un acto legislativo y el avance de unos 12 proyectos que continuarán su curso en la próxima legislatura. De hecho, aunque la bandera del Gobierno, la reforma a la salud, fracasó tras concentrar buena parte de la agenda legislativa sin ningún éxito, sí logró la aprobación de la reforma pensional, la ley estatutaria de la jurisdicción agraria, la mesada 14 para los veteranos de la fuerza pública y a última hora el cupo de endeudamiento que requería el Ejecutivo para evitar caer en cesación de pagos.
Importantes victorias para el Gobierno que logró finalmente imponer su agenda en las sesiones legislativas. En el caso de la reforma pensional, en una hábil y contundente jugada el oficialismo terminó aprobando en la Cámara de Representantes el mismo texto que salió del Senado, saltándose la conciliación y quedó salvada la iniciativa, otra de las grandes banderas del proyecto petrista. Ahora tendrá que jugarse su última carta bajo la lupa de la Corte Constitucional, a donde llegarán múltiples demandas por vicios de trámite.
Con todo y eso, se anota como la gran victoria del presidente Petro y su ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, que se empleó a fondo con el ministro Velasco para conseguir los apoyos necesarios tanto en Cámara como en Senado, porque de lo que no cabe duda es que algunos congresistas liberales, de La U y conservadores contribuyeron manteniendo el quorum o con sus votos para salvar la pensional, igual que el primer debate de la laboral que le permite tener oxígeno y continuar con vida para seguir el trámite en la próxima legislatura.
Imposible no recordar y traer a colación que el último tramo de las sesiones del Congreso estuvo permeado y en entredicho por el escándalo de corrupción en la Ungrd y en la que se supone, según lo dicho por Olmedo López y Sneyder Pinilla, están involucrados por lo menos medio centenar de parlamentarios, especialmente los salientes presidentes de ambas células legislativas.
La otra gran victoria del Gobierno, pese a las críticas por la gestión tributaria y el manejo de los recursos y el presupuesto, fue la aprobación del cupo de endeudamiento del país en 17 billones de pesos. En un solo día el proyecto fue aprobado en Cámara y Senado, ante la inminente necesidad de tener más capacidad de crédito para evitar incumplir con los pagos de deuda externa.
Superados los tragos amargos por la intransigencia que provocó el naufragio de la reforma a la salud, apareció una luz de esperanza que hizo creer por un momento que el Congreso y el Gobierno podrían hallar puntos medios para acordar posiciones, y lo hicieron con la ley estatutaria de educación, sobre la cual hubo acuerdos en el primer debate en la Comisión I del Senado, pero que terminó hundiéndose en plenaria por la presión que ejerció Fecode para que no se acogieran los puntos acordados con la oposición.
Se fue al traste el esfuerzo y por falta de consensos ni siquiera fue agendada en los últimos días de sesiones. El Gobierno, que tanto ha hablado y sigue hablando de un gran acuerdo nacional, terminó prefiriendo que se hundiera ante el inconformismo de los maestros, que seguir adelante con una iniciativa tan importante para el país.
Así las cosas, el balance de este segundo período congresional es a medias tintas y dependiendo del lente con el que se mire. El Gobierno tuvo victorias, pero la oposición y los partidos independientes le dejaron claro al presidente Petro que no solo no hay intención de bloquearlo, sino que hay un ejercicio de contrapesos y de funciones que equilibran la balanza de los poderes públicos.
Si la legislatura 2023-2024 no fue nada fácil, la de 2024-2025 no pinta que será mejor. Sobre todo porque está claro que Efraín Cepeda, conservador, será presidente del Senado, en tanto que la Cámara le corresponde a los verdes, y en el sonajero pisa fuerte Katherine Miranda, que se ha ido desmarcando del Gobierno con sus duras críticas y posiciones. Aunque también suenan Martha Alfonso y Duvalier Sánchez.