A propósito del Día Mundial de la Donación de Leche Humana, los beneficios de la lactancia materna son indiscutibles. Estudios e investigaciones, algunos de ellos respaldados por la Organización Mundial de la Salud, relacionan sus bondades para los bebés. Esta les otorga nutrición perfecta, protección contra enfermedades infecciosas, fortalece su desarrollo psicomotor, rendimiento cognitivo y habilidades físicas. Incluso, los niños amamantados suman más años de escolaridad y, en la adultez, tienen opciones adicionales de ganar salarios más altos.
A las ventajas nutricionales e inmunológicas de la lactancia, se le debe añadir algo invaluable, más allá del amor, es el apego, entendido como el vínculo –casi místicoque se construye entre madre e hijo en el tiempo en que esta lo amamanta. Dar el pecho también trae beneficios para las mamás asociados a reducción de riesgos de enfermedades, como diabetes y tipos de cáncer.
¿Si el universo de la lactancia materna resulta tan idílico, por qué solo 36 de cada 100 bebés menores de seis meses en Colombia reciben de manera exclusiva leche de sus madres? Las razones son diversas. Como pasa en otras latitudes, las mujeres que desean dar de mamar a sus bebés se enfrentan a dificultades que escapan de su control, pese a que las tetas son suyas.
Más allá de los incontables mitos que erosionan la confianza de las madres en su capacidad de lactar, sobre todo de las primerizas: que si tienen los pechos pequeños, los pezones invertidos, que si su leche es de baja calidad porque la criatura llora sin parar o no coge peso, nuestra sociedad no garantiza un entorno cuidador ni atención sanitaria adecuada a las mujeres que tomaron la decisión de amamantar a su bebé. Por el contrario, lo que existe es un desfase entre el llamado a lactar que promueve el discurso institucional, desde el ámbito público como privado, y los recursos que se habilitan o ponen a disposición de las madres.
Al igual que la crianza no viene acompañada de un manual de instrucciones para que sea perfecta, tampoco dar el pecho a un recién nacido a demanda y en exclusiva resultará un éxito viendo tutoriales en redes sociales. Demasiados factores condicionan un proceso que aunque sea natural no está exento de frustrantes inconvenientes. En ocasiones, clínicas u hospitales donde las mujeres dan a luz, por falta de formación de sus profesionales o de herramientas, no tienen capacidad para solventar situaciones como una mastitis, pezones agrietados, una obstrucción mamaria o que el bebé no agarra. De manera que madres agotadas, adoloridas, desesperadas, con las hormonas revueltas y presionadas al máximo por sus parejas y familias, tiran la toalla.
Lo que debería ser una experiencia grata con la lactancia, que dicho sea de paso es un desafío enorme bajo cualquier circunstancia, termina convirtiéndose -por la ausencia de una red de apoyo profesional e información oportuna- en un trauma plagado de dosis de culpa, ansiedad o depresión entre mamás que abandonan y se refugian en los teteros. Comprensible. A las mujeres lactantes que persisten o, mejor, resisten hasta los nocivos señalamientos de quienes hacen del acto natural de amamantar a un bebé un conflicto, menospreciando e irrespetando este derecho de madres e hijos, les esperan todavía más obstáculos. El más claro, la incompatibilidad laboral.
Amamantar es una labor de tiempo completo, al menos durante los primeros seis meses, que se ve truncada por la reincorporación de las mamás a sus trabajos 18 semanas tras el parto. Ocupaciones demandantes con horarios inflexibles, condiciones inadecuadas para amamantar, extraerse la leche o guardarla, dificultan a las madres dar continuidad a la lactancia, así lo deseen.
Si estos escollos de carácter sanitario, laboral o social que afectan, tanto a la madre como al bebé, no se solventan mediante una articulación entre Estado, comunidad, empresa y familia, será realmente difícil que avancemos en Colombia hacia una lactancia materna prolongada que extienda los beneficios de este acto de amor. Eventos como la Lactatón, que desde hace una década organiza la Fundación Éxito, convocando a miles de madres lactantes a amamantar a sus bebés en espacios públicos envía un poderoso mensaje social, también político, sobre la importancia de tejer redes de apoyo para las mujeres: que sepan que no están solas, que muchas pasamos por sus mismas dificultades y que ahora las visibilizamos, reclamando soluciones reales.