A10 semanas de las elecciones regionales, las expectativas, encuestas y especulaciones dominan el escenario político en Barranquilla y municipios del Atlántico. Los partidos, movimientos y grupos significativos de ciudadanos han activado al máximo sus maquinarias para captar el voto que redefinirá, en algunos casos, el poder territorial. Es mucho lo que está en juego el domingo 29 de octubre, jornada trascendental para la democracia que se anticipa también como un plebiscito sobre la gestión del presidente Petro o, cuando menos, sobre la fortaleza del progresismo que él encarna como el primer jefe de Estado de izquierda de la historia de la nación.
Inexorablemente, el cataclismo político que desató el ingreso de dinero de dudosa procedencia, además no reportado a la campaña presidencial, llevado a efecto por el exdiputado Nicolás Petro, figura central del Pacto Histórico en el Atlántico, ha sido como un obús que terminó de dinamitar la endeble unidad de los sectores de izquierda en el departamento. Borrados del mapa electoral por sus reiterativas luchas intestinas, lo del tire y afloja de la Colombia Humana en el caso del aval a Máximo Noriega es una clara demostración de ello, lucen casi que resignados a no obtener una representación destacada en el contexto local. Aunque bueno, la campaña está en curso.
Los comicios locales a los que estamos convocados para ejercer nuestro legítimo derecho al voto, que es un acto sublime de civilidad, obliga a los candidatos que aspiran a convertirse en alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles a situarse en el radar de las preocupaciones y necesidades concretas de la gente. Si no lo hacen, si no se ocupan de resolver los asuntos que más les agobian a los ciudadanos de a pie no merecen su confianza en las urnas. Es momento de encender todas las alarmas para identificar a tiempo las percepciones amañadas de quienes intentan imponer versiones falaces de la realidad. Que no nos traten de meter gato por liebre.
Saber elegir, por tanto, es crucial. De ahí la importancia de conocer o de ser parte de la conversación electoral. Luego, no habrá tiempo para lamentarse. Son nefastas las experiencias o, mejor aún, los estruendosos fracasos de alcaldes municipales ungidos o elegidos a dedo por los barones, caciques o politiqueros de siempre, esos que estando incluso presos pretenden contra toda lógica seguir atornillados en el poder en cuerpo ajeno, para lo que están dispuestos a echar mano del ritual de triquiñuelas. Sus estrategias de movilización de electores son tan conocidas como repudiables, desde populismo barato hasta el rosario de propuestas inviables, pasando por la compra de votos. Vagabunderías, en ocasiones en connivencia con la misma institucionalidad, que manchan la democracia, alientan prácticas corruptas, fomentan la abstención y legitiman cuestionamientos ficticios sobre los resultados, si estos no les favorecen.
Blindar los comicios de aberraciones tan recurrentes en nuestra dimensión local debe ser uno de los grandes retos de la campaña. Para que esto sea posible hace falta la lupa vigilante de las autoridades electorales, la concurrencia de candidatos íntegros de principio a fin y, sobre todo, el compromiso de una ciudadanía que defienda la verdadera democracia deliberativa, libre de artimañas, engaños y venta de conciencias. El otro desafío pasa por reconocer cuál es el modelo de departamento, ciudad y municipio que se quiere, lo cual es clave porque de ello dependerá en gran medida que las condiciones de vida de sus habitantes mejoren durante los mandatos de quienes sean elegidos. No solo es cuestión de confianza, también de credibilidad de sus ideas.
Ponemos a consideración de las audiencias de EL HERALDO las propuestas de los candidatos a la alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico. También lo haremos más adelante con los aspirantes a dirigir los municipios del área metropolitana. Queremos que sea un espacio para conocer, analizar y debatir sus iniciativas en seguridad, educación, desarrollo socioeconómico, movilidad, sostenibilidad ambiental, cultura, juventud y género e infraestructura, entre otros.
Cada uno maneja un discurso que responde a determinados intereses, aunque es evidente que en la contienda de Barranquilla la mayoría de los candidatos hace campaña alentando el voto crítico contra el puntero de todas las encuestas, el exalcalde Alejandro Char, con lo que la dinámica electoral se centra en la disputa entre continuidad y cambio de modelo. El dilema de la política de la confrontación. Por la Gobernación, la batalla electoral luce más abierta entre Eduardo Verano y Alfredo Varela, que junto al resto de aspirantes también pasarán al tablero. Las necesidades de los municipios son incontestables. Nos ponemos a la tarea de la democracia, del periodismo ciudadano, en el que se asume como un ejercicio colectivo construir el futuro común.